Arte: pintura
El arte es entendido como cualquier actividad o
producto realizado con una finalidad estética y comunicativa, mediante la cual
se expresan ideas, emociones o una visión del mundo a través del lenguaje, la
música, la pintura....
Las artes tienen la facultad de mejorar la
calidad de vida de las personas y comunidades. Durante años, tal vez décadas,
han sido una herramienta potente para impulsar el desarrollo emocional e
intelectual de quienes encuentran en la expresión artística, un lenguaje y un
vértice desde donde comprender el mundo y conectarse con los otros. A pesar de
esto, las barreras de acceso a la cultura son múltiples, y en el campo del arte
estas barreras se ven dramáticamente reflejadas.
Por todo ello, este blog ha seleccionado una serie de obras de arte e intentará explicarlas
de un modo atrayente para despertar el interés de los estudiantes por el arte.
Comenzaremos este post con un pintor que
debe su fama al interés que mostró por él un genio de la literatura que llegó a
decir de su “Vista de Delf “ y “ Le
petit pan de mur jaune” que era “ el más bello cuadro del mundo”.
La joven de la perla, que se encuentra en el Museo Mauritshuis de La Haya (Holanda), es una de las obras más famosas de la Historia del Arte Universal
Se trata de una pintura delicada y aparentemente
sencilla que ejerce una atracción especial sobre todo el que la mira. Por eso,
muchos la llaman La Mona Lisa holandesa.
En torno a este cuadro existe un pequeño pero interesante
misterio que los expertos todavía no han resuelto definitivamente
Antes vamos a conocer algunos datos interesantes
sobre quién fue el artista y le época en que vivió.
¿Quién pintó La joven de la perla?
La joven de la perla es una obra
de Johannes Vermeer. Este gran pintor nació en una ciudad de Holanda
(Países Bajos) llamada Delft en 1632. Por esta razón, ha
pasado a la historia como Vermeer de Delft.
¿Qué conocemos de su vida?
Se sabe que su padre era dueño de una posada en
la que se ofrecía un plato de comida caliente y una cama para pasar la noche a
los viajeros que llegaban a la ciudad.
El negocio estaba en el bajo de un edificio que
daba a la plaza del mercado; en las plantas superiores vivía
Johannes Vermeer con su familia.
El padre, para ganar un dinero extra, vendía
cuadros de diferentes artistas que exponía en su posada. Es muy probable que el
joven Vermeer, que creció rodeado de arte, descubriera que quería ser pintor
observando detenidamente todas esas obras.
No se sabe quién fue su maestro ni en qué taller
aprendió, pero a los 21 años obtuvo el título de maestro de la pintura.
Esto significa que durante los años anteriores tuvo que recibir clases y
practicar muchísimas horas frente a un lienzo.
A esa edad también se casó con Catharina, una
muchacha de familia rica con la que tuvo quince hijos de los que sobrevivieron
once.
El trabajo de Vermeer
Seguramente a Vermeer le habría encantado vivir
de la pintura pero necesitaba ganar bastante dinero para mantener a su numerosa
familia y buscó un trabajo más estable. Por suerte lo encontró y durante toda
su vida se dedicó a vender antigüedades y obras de otros artistas, es
decir, fue comerciante de arte.
A pesar de ello le apasionaba pintar y nunca dejó
de hacerlo. Era un pintor moroso, al igual que el escritor que lo puso de
moda, y, de autoría segura, sólo se conservan unos 35.
Entre que tenía poco tiempo libre y que dedicaba
mucho tiempo a cada obra, realizaba una media de dos cuadros al año. Si conseguía
vender alguno le pagaban muy poco. Desgraciadamente, murió arruinado y agobiado
por las deudas a la edad de 43 años.
¿Cómo era la vida en Delft en tiempos de Vermeer?
Delft era una localidad pequeña de unos 25.000 habitantes que en el siglo XVII llegó a alcanzar una gran prosperidad, esto fue a debido a que a principios de siglo surgió una moda que causó furor: comprar porcelana china. La gente adinerada se volvía loca por tenerla debido a su exquisita calidad y belleza, hasta el punto de que hubo familias que llegaron a atesorar grandes colecciones de objetos venidos de Oriente.Sólo había un problema… ¡era carísima! Incluso para los más ricos los precios eran muchas veces prohibitivos. Los alfareros holandeses se percataron de que tenían ante ellos una oportunidad de oro para poder sacar provecho.
¿Qué hicieron? ¡Muy fácil! Decidieron fabricar su
propia cerámica al estilo chino. No sería tan delicada ni de tanta calidad,
pero sí igualmente hermosa y bastante más barata ¡Estaban seguros de que
a los ricachones les iba a entusiasmar y los menos ricos también podrían
comprarla!
Se pusieron manos a la obra y empezaron a crear todo tipo de objetos como vajillas, jarrones o azulejos para recubrir las paredes de los hogares.
En poco tiempo, estas piezas pintadas a mano en azul sobre fondo blanco alcanzaron mucha fama no solo en todo el país sino a nivel internacional.En este ambiente vivió Vermeer, quien contempló
con sus propios ojos cómo la ciudad crecía, se llenaba de fábricas de cerámica
que daban trabajo a mucha gente y sus habitantes conocían una época de
esplendor económico y social.
La vida artística en Delft
Por aquella época en Los Países Bajos, y a
diferencia de otros países europeos, una gran parte de los compradores de
arte pertenecían a la burguesía, es decir, solían ser personas que
tenían una buena posición económica (comerciantes, mercaderes…) que disfrutaban
colgando los cuadros en las habitaciones de su hogar.
Por eso los pintores no realizaban enormes
cuadros de temas religiosos o mitológicos,
sino paisajes, retratos, bodegones, y la llamada pintura de
género: escenas realistas que reflejan la vida diaria dentro de las casas, el
trabajo de los campesinos, las fiestas populares, las calles, los mercados…
Cuadros de tamaño pequeño y temas amables, perfectos para decorar las casas.
Conclusión: en Delft había dinero y la gente disfrutaba comprando obras de arte. Esto ayudó a que la ciudad se convirtiera en un importante centro artístico donde se concentraron algunos de los mejores pintores de género de la época. Vermeer fue uno de ellos.
¿Qué hace tan especial la obra de Vermeer?
Vermeer pintaba un par de cuadros al año, pocos en comparación con
otros pintores. Se especializó en cuadros pequeños que
reflejan interiores domésticos con un único personaje (o como mucho
dos o tres), casi siempre una mujer.
En ellos no hay iluminación artificial de candiles o velas, sino luz natural que entra por una ventana que SIEMPRE está a la izquierda de los personajes.
Esto nos indica que Vermeer pintó muchos de sus
cuadros en el mismo lugar: su estudio de pintura. Lo que hacía era recrear
una escena que luego trasladaba al lienzo. Para eso amueblaba y adornaba la
habitación con diferentes objetos como mesas, cuadros, mapas, cortinajes… y
después daba indicaciones a las modelos de cómo tenían que posar.
Aunque lógicamente a la hora de pintar hacía algunos cambios, como por
ejemplo los marcos de las ventanas o las vidrieras ¡la habitación parece
siempre la misma!
La joven de la perla
Vermeer pintó La joven de la perla en torno al año 1665 y es su obra más famosa en todo el mundo. También es un cuadro sencillo e íntimo pero distinto a los anteriores, porque la chica está retratada muy de cerca, no sabemos dónde se encuentra y no tiene objetos a su alrededor.
La muchacha, que lleva el cabello recogido en un turbante, está iluminada sobre un fondo oscuro y mira al espectador a los ojos. Muévanse a la derecha, la izquierda, arriba y abajo y los ojos los seguirán con su inocente mirada.
Destaca la perla que luce en la oreja izquierda.
Tiene forma de esfera o semiesfera, pero si se acercan verán que está hecha con
sólo un par de pinceladas de color blanco ¡Magistral!
¿Quién es esta muchacha? ¿Su hija? ¿Una
sirvienta?… ¡Nadie lo sabe!
El extraño caso de La Joven de la perla
En los últimos años ha surgido una polémica en
torno a este maravilloso cuadro ¿Y si la famosa perla que da título al cuadro
no es una perla? Obsérvenla bien y saquen sus propias conclusiones.
¿Ya no lo tienen tan claro? No se preocupen porque esto mismo le pasó al astrónomo y pintor holandés Vincent Icke hace unos años. Para aclarar sus dudas, decidió realizar un estudio científico sobre el tema y en 2014 llegó a la conclusión de que… ¡se trata de un pendiente de metal!
¿Por qué no es una perla?
Según el estudio, por varias razones. Por una
parte el tamaño es demasiado grande para ser una perla natural. Por otra, el
aspecto de la chica es de mujer sencilla y no de la alta sociedad, por lo que
es difícil que llevara puesta una joya tan cara y poco común.
Además, el color no se parece para nada al del
nácar de una perla y el brillo que produce parece más bien un reflejo metálico,
como de espejo.
¡No puede ser una perla! Lo más probable es que
se trate de una chapa esférica de un metal pulido, como plata o estaño.
Ahora ya sólo falta que todos los expertos
admitan esta teoría y quizá algún día le cambien el nombre por otro que se
ajuste más a la realidad.
Pero entonces ¿por qué se llama así?
¡La explicación es más sencilla de lo que parece!
El nombre de este cuadro ha ido cambiando a lo
largo del tiempo. En la época en que se pintó estaba registrado con el
nombre “Un retrato al estilo turco” por el turbante que lleva en la
cabeza. Seguramente fue el título que le puso el propio pintor.
Años después empezó a ser conocido como “Joven
con turbante” o “Cabeza de joven”. El nombre "La joven de la perla” es
mucho más reciente, ya que empezó a utilizarse en 1995 cuando en un
importante catálogo sobre la obra de Vermeer lo rebautizaron de esa manera y
así se ha quedado hasta hoy.
¡Cosas del mundo del arte!
Si quieren ampliar más sobre este cuadro, aquí tienen un pequeño vídeo:
Dónde pintó Van Gogh su gran obra La noche estrellada?
Van Gogh es uno de los grandes maestros de la pintura universal. Su obra es venerada en todo el mundo y el precio de sus cuadros alcanza cifras astronómicas. La noche estrellada, que sin duda conoces, representa su mejor etapa pictórica.
¿Quién fue Vincent Van Gogh?
Vincent Van Gogh nació en Groot-Zunder (Holanda) en el seno de una familia muy religiosa de clase media. Era el año 1853. Tuvo cinco hermanos pero su predilecto era Theo, menor que él y con quien siempre se llevó muy bien.
Parece ser que fue un niño especial, tímido y muy
solitario. Llamaba la atención por su cabello rojo y se sabe que desde bien
pequeño, destacó por su gran facilidad para pintar.
¡Fíjense en el dibujo a lápiz que hizo cuando
tenía tan sólo 11 años! Increíble ¿verdad?
A pesar de este don, no se dedicó por completo a la pintura hasta mucho después.
También fue profesor, vendedor de libros… Anduvo
de aquí para allá hasta que un día, decidió dar un cambio a su vida e irse a
una región minera de Bélgica como misionero. Allí se esforzó por ayudar todo lo
que pudo a los mineros y sus familias, que vivían en la miseria.
Las duras condiciones de vida de los campesinos y
de los trabajadores del carbón le marcaron para siempre y dejaron una gran
huella en su obra artística.
Vincent también pasaba por graves apuros
económicos, así que su querido hermano Theo empezó a enviarle dinero para poder
subsistir. Le quería tanto que siguió haciéndolo hasta el final de su vida.
Dos años después, a la edad de 27, se planteó,
por fin, estudiar técnicas artísticas para dedicarse a la pintura a
tiempo completo. De esta primera época es su obra Los comedores de
patatas, donde refleja, en tonos oscuros, la vida humilde pero muy digna de la
gente del campo. El respeto y la compasión que siente por ellos queda patente
en sus lienzos.
¡Van Gogh en París!
Con 33 años Vincent se fue a la capital francesa
y descubrió un mundo totalmente nuevo. París era una ciudad moderna y vibrante
donde en los últimos años había surgido el Impresionismo.
Este movimiento pictórico se llamaba así porque
los artistas intentaban captar las impresiones y los efectos que la luz
producía en el paisaje. Por eso, los temas de sus cuadros solían ser la
naturaleza y variados personajes que disfrutaban de la alegría de vivir.
Vincent se trasladó al barrio bohemio de Montmartre
y conocíó a los grandes pintores de la época como Toulouse Lautrec, Degas, Pisarro, Monet o Cézanne,
a los que admiraba y de los que aprendió.
Era inevitable: el color se apoderó de Van Gogh y
su técnica cambió y evolucionó hacia una etapa de mayor esplendor artístico.
Durante esta época trabajó muy duro por encontrar
una manera de expresión que reflejara su personalidad y sus sentimientos.
Aunque, como ven, su pintura tenía cosas en común con el
Impresionismo, estaba dando un paso adelante hacia un nuevo estilo
del que se convirtió en figura principal: el Postimpresionismo.
Arlés: la consagración del genio
A pesar de que en París el movimiento cultural era espectacular, Van Gogh soñaba con vivir en la región de la Provenza francesa; quería pintar su maravillosa naturaleza y captar la luz especial que había en la zona, así que un día cogió la maleta y se instaló en Arlés, muy cerca del Mediterráneo.
Una vez allí pintó muchos paisajes al aire libre, retratos de vecinos y un montón de rincones de la ciudad, como podemos ver en el famoso cuadro Terraza de café nocturno en Arlés que ¡todavía existe!
Su obsesión por experimentar sobre el color era enorme y no se tomaba ni un descanso. En pocos meses creó infinidad de lienzos que son auténticas obras maestras, como sus famosas versiones de Los Girasoles o de su propia habitación, El dormitorio en Arlés.
Puedes comprobar cómo los colores, sobre todo rojos, amarillos y azules, son cada vez más estridentes. En cuanto a la pincelada es empastada, es decir, espesa y de textura rugosa, y también muy enérgica y de líneas entrecortadas, para transmitir movimiento, dinamismo a la imagen.Van Gogh vuelca en la pintura todas sus emociones
y demuestra que su imaginación es ilimitada.
La oreja de Van Gogh
Vincent tenía otra idea en la cabeza que le obsesionaba: reunir a grandes pintores en una casa para vivir todos juntos en comunidad y compartir sus conocimientos sobre arte. Por desgracia para él, a ninguno le interesó el proyecto. Tan sólo su amigo, el gran pintor Paul Gauguin, fue a visitarle.
Convivieron durante un par de meses, pero los dos
tenían un carácter tan fuerte que se pasaban el día discutiendo. En cierta
ocasión fueron demasiado lejos y según parece, Van Gogh, en un arrebato de ira,
se cortó el lóbulo de la oreja izquierda con una navaja. Este hecho no
está del todo claro: hay estudiosos que piensan que fue Gauguin quien le hirió
y después hicieron un extraño pacto para no contar la verdad ¡Quizá algún día
se resuelva el misterio!…
El carácter y la personalidad de Van Gogh
Vincent Van Gogh fue una persona con problemas
emocionales toda su vida. Era muy sensible y se sentía incomprendido
tanto a nivel personal como artístico. De cara a la gente, a menudo se
mostraba agresivo y sacaba a relucir su mal carácter. No le gustaba
relacionarse demasiado con los demás y prefería la soledad del estudio y del
trabajo.
Convivió con la enfermedad desde niño y sus
trastornos mentales se agravaron con el paso del tiempo. Padecía epilepsia,
insomnio, esquizofrenia y a menudo caía en depresiones. Todo esto está muy
relacionado con el lugar en el que pintó una de sus obras maestras: La
noche estrellada.
¿Dónde pintó Van Gogh La noche estrellada?
Después de la bronca monumental entre los dos
amigos artistas, Gauguin se fue de Arlés y la salud de Vincent empeoró hasta
tal punto que él mismo pidió que le internaran en un hospital
psiquiátrico; el pobre estaba desquiciado y deseaba con todas sus fuerzas
curarse y vivir tranquilo y en paz consigo mismo.
Durante su estancia allí le permitieron seguir
pintando y no desaprovechó el tiempo. En vez de relajarse, creó nuevas obras
sin parar, inspirándose en los jardines que rodeaban el hospital y en los
paisajes que veía a través de la alta ventana de su habitación.
Y sí… Es en este lugar donde realizó su famosísima
pintura La noche estrellada. Rodeado de enfermedad, tristeza y locura, Van
Gogh supo sacar toda la genialidad que llevaba dentro.
¡Fíjense qué hermoso y llamativo es! El pueblo en
calma contrasta con el cielo, el auténtico protagonista del cuadro, donde todo
gira y se retuerce. La Vía Láctea lo atraviesa formando dos espirales
gigantescas. Las estrellas, de color amarillo intenso, son como remolinos sobre
un paisaje azul y morado, igual que la increíble y brillante luna menguante.
En el firmamento todo se curva, mientras
que abajo todo está tranquilo y en silencio. El uso de pintura espesa, los
trazos rápidos y los contrastes de color combinados de manera armónica,
provocan sensación de movimiento y expresividad.
Van Gogh no quiso plasmar con exactitud el
paisaje que veía, sino trasmitir sus propias emociones a través de ella.
Primero, observó el cielo, y después, lo transformó. La energía de la
naturaleza, que parece más viva que nunca, es reflejo de su propia agitación
interior.
Muere Van Gogh, nace el mito
Pocos meses después, Vincent Van Gogh se
quitaba la vida a los 37 años. Un triste final para una existencia
repleta de penurias y amargura. Mientras estuvo en este mundo, nadie
reconoció su talento, ni el público ni sus colegas del mundo del arte.
Aunque hoy en día nos parezca insólito,
vendió un único cuadro en toda su vida, pocos meses antes de morir.
¿Sabéis qué pensaba Van Gogh sobre este tema? Él
mismo dijo esto:
“No puedo cambiar el hecho de que mis cuadros no
se vendan. Sin embargo, el tiempo hará que la gente reconozca que mis cuadros
valen más que el valor de las pinturas utilizadas en ellos”
Sin duda tenía un sexto sentido y se sentía muy
seguro de lo que hacía, porque hoy en día está considerado uno de los pintores
más grandes de la historia y de los que más influyeron en el arte del
siglo XX.
¿Cómo serían algunos cuadros de Van Gogh si cobraran vida? Esta preciosa animación del artista visual Luca Agnani lo representa:
Otro par de vídeos sobre la vida y obra de Van Gogh:
¿Por qué se llama Baile en el
Moulin de la Galette?
Baile en el Moulin de la Galette es el cuadro más famoso de Renoir y una de las Obras Maestras del Impresionismo, pero por mucho que nos fijemos ¡no se ven molinos ni galletas por ningún sitio!
Entonces… ¿Por qué se llama Baile en el Moulin de
la Galette?
Por aquel entonces, mientras París se convertía en una bella ciudad de amplias avenidas y modernos edificios, Montmartre seguía siendo una zona rural y humilde pero con mucho encanto. Los días festivos, muchos parisinos iban por allí a pasar una tarde de campo y a disfrutar de las hermosas vistas.
La gran idea de los molinerosUn día, los Debray, muy espabilados para
los negocios, tuvieron la idea de elaborar deliciosas galletas o panes
con la harina de centeno que ellos mismos molían. Las vendían junto a un vaso
de leche fresca a todo aquel que se acercaba a contemplar París desde el
fantástico mirador de uno de sus molinos.
Esta sencilla ocurrencia tuvo tanto éxito, que al
cabo de un tiempo decidieron ampliar el negocio a lo grande y transformar el
molino en un bar y sala de fiestas con jardines. A todo el recinto lo
bautizaron como Le Moulin de la Galette, es decir, El Molino de la
Galleta.
El Moulin de la Galette se pone de moda
Rápidamente se convirtió en el lugar favorito de pintores, músicos, obreros, soldados, modistas… que acudían allí los domingos y festivos para divertirse. Había un Salón de Invierno para los días de frío, pero cuando el tiempo era soleado, las meriendas y fiestas se celebraban en el exterior, donde los jóvenes pasaban las horas en los jardines bailando al ritmo de la orquesta.
Los bailes empezaban a las tres de la tarde y se alargaban hasta la medianoche. Al llegar la oscuridad el jolgorio continuaba gracias a la iluminación de las lámparas de gas, ya que todavía no existía la luz eléctrica en las ciudades.
Renoir no era el único al que le encantaba ir por allí. Durante años, muchos prestigiosos artistas (músicos, escritores…) vivieron en este animado barrio, frecuentaron el Moulin de la Galette y lo plasmaron en sus obras. Entre sus compañeros de profesión, estaban Toulouse-Lautrec, Van Gogh, Pablo Picasso…
¿Qué pintó Renoir en su obra Baile en el Moulin
de la Galette?
Renoir representó en este cuadro una de
esas divertidas tardes de verano en los jardines del Moulin de la Galette. No
se ven los molinos que dan origen al nombre del merendero porque sólo pintó una
parte del jardín y en concreto, el momento del baile. Los molinos de madera
originales estaba situados muy cerca de allí.
¿Les parece que este cuadro inspira tristeza?
¿Aburrimiento? ¿Es un cuadro pesimista?…
¡Claro que no! Todo lo contrario. El gran Renoir
trató de transmitir optimismo y alegría de vivir. Como se puede ver, la gente
baila, charla animadamente y parece pasárselo muy bien. Viendo esta imagen
podemos hacernos una idea de cómo se divertía en sus días libres la gente de su
entorno; de hecho, varias personas que aparecen en él son buenos amigos suyos a
los que quiso retratar.Para mostrar alegría, utilizó vivos colores.
También dio mucha importancia a la luz y a cómo
se refleja en las personas y en los objetos. En vez de dibujar y perfilar las
figuras, las creó a base de manchas para crear sensación de movimiento y
luminosidad en la escena. Esto no es sólo característico de Renoir, sino de
todos los artistas del Impresionismo. Los paisajes, la vida al aire libre, el
color, la luz, los buenos momentos que ofrece la vida… fueron por lo general
los temas preferidos de todos ellos.
¿Pintó el cuadro durante el baile?
El Moulin de la Galette cerró en 1915 y ya
no existen los antiguos molinos que llegaron a ser tan famosos.
¿Qué gran incógnita esconde el cuadro Las Meninas?
Es una obra maestra a nivel pictórico y una
muestra de la genialidad del pintor, pues se trata de un cuadro mucho más
complejo de lo que parece a simple vista.
Vamos a fijarnos detenidamente en él y a
descubrir por qué encierra una incógnita que a día de hoy, más de 350 años
después de su creación, todavía no ha sido aclarada.
Antes vamos a conocer algunos datos sobre el
autor y su época.
¿En qué época nació Diego de Velázquez?
Diego Velázquez nació en la próspera ciudad de Sevilla (España) en 1599, justo cuando el siglo XVI estaba a punto de terminar. Su vida y su obra, por tanto, se desarrollaron en los primeros sesenta años del siglo XVII.
¿Cómo fue su vida?
En 1621 subió al trono de España Felipe
IV y Velázquez pensó que era el momento de viajar a Madrid para probar
suerte y subir un peldaño más en su carrera artística.
Con 22 años se plantó en la capital del reino
para ver qué se cocía por allí y tuvo un gran golpe de suerte, porque poco
tiempo después, le dieron la oportunidad de retratar al mismísimo rey.
Felipe IV quedó tan satisfecho y maravillado, que
le ordenó trasladarse al palacio real y le nombró pintor de cámara.
¡Para el joven Velázquez tuvo que ser uno de los
mejores días de su vida! Ser pintor de cámara significaba convertirse no sólo
en el pintor de la familia real y de la corte, sino en el encargado de hacer
grandes obras pictóricas para decorar los palacios, pabellones de caza y otras
posesiones de la realeza.
A partir de entonces su vida transcurrió entre
los reyes y la gente más influyente del país. Instaló su taller dentro
del Alcázar Real y su prestigio como pintor fue en ascenso.
La obra de Velázquez
Desde muy joven demostró un enorme talento. Observen su “Vieja friendo huevos”, que pintó a la edad de 19 años en Sevilla. En él se aprecia que es un gran retratista y que sabe plasmar de forma genial las calidades y texturas de los objetos (la clara del huevo, la piel rugosa del melón, los metales)…
Por esta época utilizaba la técnica del
claroscuro, que consiste en iluminar a las figuras principales del cuadro como
si tuvieran un potente foco frente a ellos, dejando el fondo sumido en la
oscuridad.
Ya en Madrid, su privilegiada vida en la corte le permitió conocer a fondo las fantásticas colecciones de pintura que atesoraban los reyes y su visión artística empezó a ampliarse. Contemplar obras maestras de otros artistas, sobre todo de su adorado Tiziano, le hizo evolucionar: poco a poco, fue abandonando el tenebrismo de sus primeras obras, como puede verse en El triunfo de Baco.
Además, tuvo la oportunidad de viajar a Italia un par de veces para estudiar de cerca la pintura italiana del momento y cómo no, el arte clásico. Cuanto más se empapaba de todo ello su técnica mejoraba, creando obras como La fragua de Vulcano, cada vez más luminosas y de pinceladas más ligeras.
Su mayor preocupación era representar la luz de la forma más natural posible, como ves en La Rendición de Breda, también conocido como Las Lanzas.
¿Por qué es tan importante Las Meninas?
Velázquez pintó Las Meninas en 1656,
cuatro años antes de su muerte. Tenía 57 años.
En esta obra volcó toda su sabiduría, fruto de muchos años de observación, práctica y estudio.Consiguió adelantarse a su época en la manera de pintar, ya que logró trasmitir realismo con pocos colores y pocas pinceladas. Puede verse en el adorno del vestido de la infanta Margarita que de cerca parece un borrón hecho deprisa y corriendo
En cierto modo, ya usaba la técnica que a fines
del siglo XIX, adoptarán los pintores impresionistas .
Respecto a la profundidad y a la manera de
iluminar el cuadro, consigue crear una atmósfera que difumina los contornos y
hace que los colores sean más apagados y menos nítidos cuanto más lejos
están las figuras ¡Da la sensación de que el aire de la sala casi se puede
tocar!
Este método para crear sensación de profundidad
se conoce como perspectiva aérea y Velázquez fue el maestro
indiscutible.
¿Qué nos cuenta Las Meninas?
La obra representa un momento de la vida en
palacio.
En el centro aparece la infanta Margarita, a la
edad de cinco años, rodeada de un grupo de sirvientes. A cada lado, hay una
doncella. Estas muchachas, que debían acompañarla y atenderla, eran conocidas
como meninas y de ahí el nombre del cuadro.
A la derecha vemos dos enanos, uno de ellos
jugando con un perro mastín, y a otros servidores de la corte: dos que están
charlando y uno al fondo que parece abrir una puerta. Y por supuesto,
distinguimos a Velázquez, que se representa a sí mismo trabajando en un
enorme lienzo con la paleta y el pincel en las manos.
¿Dónde está la incógnita del cuadro de las Meninas?
Si a nivel técnico es una genialidad, el
argumento es apasionante. El cuadro encierra muchos misterios, pero
vamos a centrarnos en la incógnita principal que durante años ha traído de
cabeza no sólo a los estudiosos del arte, sino a todos los que nos paramos a
contemplarlo.
Obsérvenlo durante un rato ¿No te la sensación de
que algunos personajes traspasan el cuadro con la mirada? Es como si hubiera
sucedido algo frente a ellos que llama su atención, pero ¿qué puede ser?… ¡Ahí
está el quid de la cuestión!
Para entender algo más, tienen que buscar a los
padres de Margarita dentro del cuadro. Son los reyes Felipe IV y Mariana de
Austria.
Son las figuras que aparecen difuminadas en el espejo del fondo! Velázquez no los pinta junto a los demás personajes, sino reflejados en un espejo.
Ahora, miren el cuadro de nuevo y piensen: si los
reyes no están en la sala pero se reflejan en el espejo… ¿Dónde están los
reyes? ¿Creen que están en el lugar del espectador?
Si creen que sí, la historia podría ser algo
parecido a esto:
Velázquez está un día cualquiera trabajando en
palacio. No sabemos qué cuadro pinta, porque no lo vemos. Por allí está la
infanta Margarita acompañada de su séquito, cuando de repente, los reyes entran
por sorpresa en la sala. Algunos se dan cuenta y levantan la mirada. Se supone que
los reyes están donde estás el espectador y por eso se reflejan en el espejo
del fondo ¿Lo ves?
Velázquez incluye a los reyes en el cuadro de una
manera muy ingeniosa: nos hace saber que están ahí, en la sala con los demás,
aunque no los veamos en la escena.
Pero claro, también hay otra opción. Observen la
imagen de nuevo.
¿Y si los reyes no acaban de entrar, sino que han
estado posando para el pintor?
Veamos esta posibilidad:
Imaginen que los reyes están sentados porque
Velázquez les está haciendo un retrato. Su hija ha decidido bajar a la sala a
ver cómo va la cosa junto al resto de acompañantes. De repente, el rey y la
reina deciden que ha llegado la hora de irse y que ya seguirán posando otro
día. Se levantan de sus asientos y al ponerse de pie, el espejo de fondo capta
su imagen. Velázquez deja de pintar y les mira, al igual que la infanta
Margarita y otros sirvientes.
Si esto fuese así, hay un misterio que quedaría
resuelto ¿Cuál?… ¡Claro! Sabríamos qué cuadro está pintando Velázquez: ¡el
retrato de los reyes!
Según cómo interpretemos lo que sucede,
desvelamos cosas del cuadro que en realidad no vemos
En realidad, nosotros sólo vemos la parte de
atrás del cuadro, el bastidor, pero si te fijas, está girado hacia el
espejo ¡Quizá Velázquez está pintando a los reyes y es el lienzo lo que se
refleja!
Velázquez nos introduce en la pintura y nos
invita a jugar, a pensar, a descifrar lo que está sucediendo justo en ese
momento congelado en el tiempo.
La genialidad del genio
Quizá haya resultado un poco complicado, pero
esperamos que haya servido para despertar su curiosidad y apreciar un poco más
la grandeza de esta obra en la que Velázquez quiso dejar clarísimo que era un
genio en todos los sentidos.
Para terminar, aquí tienen un interesante vídeo
del Museo del Prado de Madrid, en el que los personajes del cuadro cobran vida
Curiosidades sobre La Gioconda
Considerado el retrato más famoso del mundo,
fue pintado por el gran artista italiano Leonardo Da Vinci en torno a
1503, es decir, hace un poco más de 500 años, durante la época del
Renacimiento.
Se exhibe en el Museo del Louvre, en la ciudad de París. Los visitantes suelen quedarse sorprendidos la primera vez que lo ven ya que en realidad es un cuadro bastante pequeño que mide 77 x 53 cms.
¿Por qué la Gioconda es tan famosa?
Su fama no sólo se debe a que se trata de una Obra Maestra de la Pintura, sino a que siempre ha estado rodeada de misterio.
Los expertos llevan muchos años investigando
quién es esta bella dama. Se cree que se trata de Lisa, una linda joven que
estaba casada con un banquero llamado Francesco del Giocondo, y de ahí el
sobrenombre de Gioconda.
Hay quien prefiere llamar al cuadro La Mona
Lisa. Monna es lo mismo que Madonna, una palabra italiana que
significa ‘Señora’. Así pues, La Monna Lisa es ‘La Señora Lisa’.
El secreto que esconde su sonrisa
Lo más intrigante del retrato de esta enigmática dama es la boca. Según desde qué posición observes la imagen, parece que a veces sonríe y otras veces no… ¡
También la razón de la sonrisa es un misterio ¿Triste
y melancólica? ¿Malévola quizá? ¿Estará viendo algo que le divierte mientras la
retratan o simplemente tiene pensamientos felices?
Este es un misterio que todavía está por
resolver, pero lo que está claro es que Leonardo quiso jugar con los
espectadores, provocar en nosotros cierta sensación de intriga.
Para algunos expertos la razón es que Lisa se
sentía feliz debido a que estaba embarazada. Lo creen porque aparece sonriendo
y con las manos apoyadas sobre su vientre. Además, sus dedos parecen un
poco hinchados, algo bastante habitual en las mujeres que esperan un
bebé.
Su mirada también es especial. Si te pones frente al cuadro y te mueves hacia la derecha o hacia la izquierda, da la sensación de que te sigue allá donde vayas.
También llama la atención que el rostro no
tiene cejas ni pestañas. Tampoco está muy claro el motivo, pero parece ser que
era moda en aquellos tiempos que las damas de Florencia se depilaran
el vello de la cara para sentirse más guapas.
Tras el cristal, La Mona Lisa está
más segura
A principios del siglo XX La Gioconda fue robada
del Museo del Louvre, pero afortunadamente se recuperó. También sufrió varios
ataques, en una ocasión le lanzaron una piedra que causó daños en la pintura.
Por todo esto se pensó que lo mejor era
protegerla tras una vitrina de cristal antibalas que desde hace años la
mantiene a salvo y en perfecto estado para que todos podamos disfrutarla.
La Gioconda es la obra más famosa de este
enorme y maravilloso museo.
Dos vídeos para ahondar más en los misterios de este
interesante cuadro.
El curioso descubrimiento de La cueva de Altamira
Todo comenzó un día de 1868 en que un cazador salió al campo con su perro. El animal perseguía una presa cuando se quedó atrapado entre
unas rocas. Su dueño fue a rescatarlo y descubrió que, tras unos matorrales, se escondía la entrada de una cueva que a simple vista parecía bastante grande. El hombre no le dio demasiada importancia, salvó al perro y se fue por donde había venido; pero al llegar al pueblo contó lo sucedido y todo el mundo se enteró de que en Santillana del Mar (Cantabria) existía una cueva hasta el momento desconocida.La noticia también llegó a oídos de un señor que vivía en la zona, un hombre rico, muy aficionado a la arquelogía. En 1879 decidió explorar esa nueva cueva con su hija. Mientras cavaba la tierra, la niña se fue a corretear por allí y vio que había unas pinturas en el techo.¿Por qué es tan importante La cueva de Altamira?
La cueva de Altamira es una auténtica maravilla
del arte rupestre. Fue pintada durante la Edad de Piedra, concretamente en
el período que conocemos como Paleolítico Superior. Se cree que esta cueva
empezó a habitarse hace 35.000 años y durante milenios, diferentes artistas que
vivieron allí dentro fueron pintando sus techos y paredes. Hace unos 13.000
años la entrada se derrumbó y nadie volvió a entrar en ella hasta su
descubrimiento. Esto permitió que las pinturas se conservaran casi intactas
hasta nuestros días. La cueva no es demasiado grande pero se divide en varias
partes.
Cerca de la entrada es donde sus habitantes
pasaban la mayor parte del día ya que era el único lugar iluminado por la luz
del Sol. Ahí cocinaban, fabricaban armas y utensilios para su vida diaria… Si
nos adentramos en la profundidad de La cueva de Altamira, hay otras salas donde
reina la oscuridad y a las que sólo se puede acceder con luz artificial.
Recuerden que en esta época, el ser humano ya era capaz de crear fuego. Ahí, en
esos lugares más recónditos, es donde aparecen decenas de animales salvajes en
techos y paredes: Caballos, ciervos, jabalíes…
La Sala de los Polícromos
La sala más importante de todas se conoce
como Sala de los Polícromos, y el animal protagonista es el bisonte.
Para pintarlos utilizaron lo que tenían más a mano, como piedras afiladas para
grabar la imagen en la roca, o carbón y otros minerales que machacaban y
después mezclaban con agua o grasa animal; De esta manera fabricaban pintura de
diferentes colores como el ocre o el amarillo. Utilizaban los dedos, las manos,
tampones, e incluso soplaban pintura a través de pequeños huesos de ave huecos
para que saliera disparada contra la piedra. La parte interior de la cueva está
totalmente oscura así que utilizaron lámparas de tuétano para poder pintar.
Estas lámparas eran como unas velas que fabricaban con la grasa extraída de los
huesos de los animales.
Se nota que los pintores conocían muy bien los
animales que pintaban. Esto es lógico, ya que vivían de la caza y se pasaban
horas observándolos detenidamente para poder atraparlos y alimentarse de ellos
cada día. Además de pintarlos en diferentes posturas y movimientos,
aprovecharon las zonas abultadas del techo y las paredes para pintar encima los
animales y conseguir que parecieran más reales.
Hace años que La cueva de Altamira se cerró al
público para evitar su deterioro. Muy cerquita está el Museo de Altamira,
y en él han construido una réplica exacta que les permitirá disfrutar y
aprender muchas cosas interesantes.
Este post se cierra con una pequeña adivinanza, ¿a qué obra u obras pictóricas, de las numerosas que han aparecido a lo largo de este post, pertenecen estos detalles?
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