Arte: pintura

 Historia del arte II.

El arte es entendido como cualquier actividad o producto realizado con una finalidad estética y comunicativa, mediante la cual se expresan ideas, emociones o una visión del mundo a través del lenguaje, la música, la pintura....

Las artes tienen la facultad de mejorar la calidad de vida de las personas y comunidades. Durante años, tal vez décadas, han sido una herramienta potente para impulsar el desarrollo emocional e intelectual de quienes encuentran en la expresión artística, un lenguaje y un vértice desde donde comprender el mundo y conectarse con los otros. A pesar de esto, las barreras de acceso a la cultura son múltiples, y en el campo del arte estas barreras se ven dramáticamente reflejadas.

Por todo ello, este blog ha seleccionado una serie de obras de arte e intentará explicarlas de un modo atrayente para despertar el interés de los estudiantes por el arte.

Comenzaremos este post con un pintor que debe su fama al interés que mostró por él un genio de la literatura que llegó a decir de su “Vista de Delf “ y  “ Le petit  pan de mur jaune” que era  “ el más bello cuadro del mundo”.

 El extraño caso de la joven de la perla


La joven de la perla, que se encuentra en el Museo Mauritshuis de La Haya (Holanda), es una de las obras más famosas de la Historia del Arte Universal

Se trata de una pintura delicada y aparentemente sencilla que ejerce una atracción especial sobre todo el que la mira. Por eso, muchos la llaman La Mona Lisa holandesa.

En torno a este cuadro existe un pequeño pero interesante misterio que los expertos todavía no han resuelto definitivamente

Antes vamos a conocer algunos datos interesantes sobre quién fue el artista y le época en que vivió.

 ¿Quién pintó La joven de la perla?

 La joven de la perla es una obra de Johannes Vermeer. Este gran pintor nació en una ciudad de Holanda (Países Bajos) llamada Delft en 1632. Por esta razón, ha pasado a la historia como Vermeer de Delft.

 ¿Qué conocemos de su vida?

Se sabe que su padre era dueño de una posada en la que se ofrecía un plato de comida caliente y una cama para pasar la noche a los viajeros que llegaban a la ciudad.

El negocio estaba en el bajo de un edificio que daba a la plaza del mercado;  en las plantas superiores  vivía Johannes Vermeer con su familia.

El padre, para ganar un dinero extra, vendía cuadros de diferentes artistas que exponía en su posada. Es muy probable que el joven Vermeer, que creció rodeado de arte, descubriera que quería ser pintor observando detenidamente todas esas obras.

No se sabe quién fue su maestro ni en qué taller aprendió, pero a los 21 años obtuvo el título de maestro de la pintura. Esto significa que durante los años anteriores tuvo que recibir clases y practicar muchísimas horas frente a un lienzo.

A esa edad también se casó con Catharina, una muchacha de familia rica con la que tuvo quince hijos de los que sobrevivieron once.

 El trabajo de Vermeer

Seguramente a Vermeer le habría encantado vivir de la pintura pero necesitaba ganar bastante dinero para mantener a su numerosa familia y buscó un trabajo más estable. Por suerte lo encontró y durante toda su vida se dedicó a  vender antigüedades y obras de otros artistas, es decir, fue comerciante de arte.

A pesar de ello le apasionaba pintar y nunca dejó de hacerlo. Era un pintor moroso, al igual que el escritor que lo puso de moda, y, de autoría segura, sólo se conservan unos 35.

Entre que tenía poco tiempo libre y que dedicaba mucho tiempo a cada obra, realizaba una media de dos cuadros al año. Si conseguía vender alguno le pagaban muy poco. Desgraciadamente, murió arruinado y agobiado por las deudas a la edad de 43 años.

 ¿Cómo era la vida en Delft en tiempos de Vermeer?

Delft era una localidad pequeña de unos 25.000 habitantes que en el siglo XVII llegó a alcanzar una gran prosperidad, esto fue a debido a que a principios de siglo surgió una moda que causó furor: comprar porcelana china. La gente adinerada se volvía loca por tenerla debido a su exquisita calidad y belleza, hasta el punto de que hubo  familias que llegaron a atesorar grandes colecciones de objetos venidos de Oriente.

Sólo había un problema… ¡era carísima! Incluso para los más ricos los precios eran muchas veces prohibitivos. Los alfareros holandeses se percataron de que tenían ante ellos una oportunidad de oro para poder sacar provecho.

¿Qué hicieron? ¡Muy fácil! Decidieron fabricar su propia cerámica al estilo chino. No sería tan delicada ni de tanta calidad,  pero sí igualmente hermosa y bastante más barata ¡Estaban seguros de que a los ricachones les iba a entusiasmar y los menos ricos también podrían comprarla!

Se pusieron manos a la obra y empezaron a crear todo tipo de objetos como vajillas, jarrones o azulejos para recubrir las paredes de los hogares. 

En poco tiempo, estas piezas pintadas a mano en azul sobre fondo blanco alcanzaron mucha fama no solo en todo el país sino a nivel internacional.

En este ambiente vivió Vermeer, quien contempló con sus propios ojos cómo la ciudad crecía, se llenaba de fábricas de cerámica que daban trabajo a mucha gente y sus habitantes conocían una época de esplendor económico y social.

 La vida artística en Delft

Por aquella época en Los Países Bajos, y a diferencia de otros países europeos, una gran parte de los compradores de arte pertenecían a la burguesía, es decir, solían ser personas que tenían una buena posición económica (comerciantes, mercaderes…) que disfrutaban colgando los cuadros en las habitaciones de su hogar.

Por eso los pintores no realizaban enormes cuadros de temas religiosos o mitológicos, sino paisajes, retratos, bodegones, y la llamada pintura de género: escenas realistas que reflejan la vida diaria dentro de las casas, el trabajo de los campesinos, las fiestas populares, las calles, los mercados… Cuadros de tamaño pequeño y temas amables, perfectos para decorar las casas.

Conclusión: en Delft había dinero y la gente disfrutaba comprando obras de arte. Esto ayudó a que la ciudad se convirtiera en un importante centro artístico donde se concentraron algunos de los mejores pintores de género de la época.  Vermeer fue uno de ellos.

 ¿Qué hace tan especial la obra de Vermeer?

 Ante todo, que Vermeer poseía unos conocimientos ópticos y trigonométricos extraordinariamente elevados para lo que era común en su época.

Vermeer pintaba un par de cuadros al año, pocos en comparación con otros pintores. Se especializó en cuadros pequeños que reflejan interiores domésticos con un único personaje (o como mucho dos o tres), casi siempre una mujer.

 Las figuras aparecen en actitudes tranquilas, relajadas y pensativas, mientras realizan actividades sencillas como leer, conversar, estudiar o tocar un instrumento. Vermeer no pretende contarnos grandes hazañas ni sucesos históricos, sino tan solo reflejar un momento íntimo de la vida cotidiana.

 Si se echa un vistazo a los cuadros El astrónomo, La lechera o Dama escribiendo una carta con su sirvienta se puede observar que hay algo que se repite en todos.

En ellos no hay iluminación artificial de candiles o velas, sino luz natural que entra por una ventana que SIEMPRE está a la izquierda de los personajes.


Esto nos indica que Vermeer pintó muchos de sus cuadros en el mismo lugar: su estudio de pintura. Lo que hacía era recrear una escena que luego trasladaba al lienzo. Para eso amueblaba y adornaba la habitación con diferentes objetos como mesas, cuadros, mapas, cortinajes… y después daba indicaciones a las modelos de cómo tenían que posar.

Aunque lógicamente a la hora de pintar hacía algunos cambios, como por ejemplo los marcos de las ventanas o las vidrieras ¡la habitación parece siempre la misma!

 Vermeer está considerado un maestro de la luz y sus cuadros tienen una atmósfera especial ¡Da la sensación de que hasta el silencio se puede tocar!

 La joven de la perla


Vermeer pintó La joven de la perla en torno al año 1665 y es su obra más famosa en todo el mundo. También es un cuadro sencillo e íntimo pero distinto a los anteriores, porque la chica está retratada muy de cerca, no sabemos dónde se encuentra y no tiene objetos a su alrededor.

La muchacha, que lleva el cabello recogido en un turbante, está iluminada sobre un fondo oscuro y mira al espectador a los ojos. Muévanse a la derecha, la izquierda, arriba y abajo y los ojos los seguirán con su inocente mirada.


Destaca la perla que luce en la oreja izquierda. Tiene forma de esfera o semiesfera, pero si se acercan verán que está hecha con sólo un par de pinceladas de color blanco ¡Magistral!

¿Quién es esta muchacha?  ¿Su hija? ¿Una sirvienta?… ¡Nadie lo sabe!

El extraño caso de La Joven de la perla

En los últimos años ha surgido una polémica en torno a este maravilloso cuadro ¿Y si la famosa perla que da título al cuadro no es una perla? Obsérvenla bien y saquen sus propias conclusiones.


¿Ya no lo tienen tan claro?  No se preocupen porque esto mismo le pasó al astrónomo y pintor holandés Vincent Icke hace unos años. Para aclarar sus dudas, decidió realizar un estudio científico sobre el tema y en 2014 llegó a la conclusión de que… ¡se trata de un pendiente de metal!

 ¿Por qué no es una perla?

Según el estudio, por varias razones. Por una parte el tamaño es demasiado grande para ser una perla natural. Por otra, el aspecto de la chica es de mujer sencilla y no de la alta sociedad, por lo que es difícil que llevara puesta una joya tan cara y poco común.

Además, el color no se parece para nada al del nácar de una perla y el brillo que produce parece más bien un reflejo metálico, como de espejo.



¡No puede ser una perla! Lo más probable es que se trate de una chapa esférica de un metal pulido, como plata o estaño.

Ahora ya sólo falta que todos los expertos admitan esta teoría y quizá algún día le cambien el nombre por otro que se ajuste más a la realidad.

 Pero entonces ¿por qué se llama así?

¡La explicación es más sencilla de lo que parece!

El nombre de este cuadro ha ido cambiando a lo largo del tiempo. En la época en que se pintó estaba registrado con el nombre “Un retrato al estilo turco” por el turbante que lleva en la cabeza. Seguramente fue el título que le puso el propio pintor.

Años después empezó a ser conocido como “Joven con turbante” o “Cabeza de joven”. El nombre "La joven de la perla” es mucho más reciente, ya que empezó a utilizarse en 1995 cuando en un importante catálogo sobre la obra de Vermeer lo rebautizaron de esa manera y así se ha quedado hasta hoy.

¡Cosas del mundo del arte!

 Si quieren ampliar más sobre este cuadro, aquí tienen un pequeño vídeo:


  

Dónde pintó Van Gogh su gran obra La noche estrellada?


Van Gogh es uno de los grandes maestros de la pintura universal. Su obra es venerada en todo el mundo y el precio de sus cuadros alcanza cifras astronómicas. La noche estrellada, que sin duda conoces, representa su mejor etapa pictórica.

 

¿Quién fue Vincent Van Gogh?


Vincent Van Gogh nació en Groot-Zunder (Holanda) en el seno de una familia muy religiosa de clase media. Era el año 1853. Tuvo cinco hermanos pero su predilecto era Theo, menor que él y con quien siempre se llevó muy bien.

Parece ser que fue un niño especial, tímido y muy solitario. Llamaba la atención por su cabello rojo y se sabe que desde bien pequeño, destacó por su gran facilidad para pintar.

¡Fíjense en el dibujo a lápiz que hizo cuando tenía tan sólo 11 años! Increíble ¿verdad?


A pesar de este don, no se dedicó por completo a la pintura hasta mucho después.

 A los 16 entró a trabajar en una galería de arte en París, y al cabo de un tiempo, se fue a otra que los mismos dueños poseían  en Londres. Estos años en contacto con el mundo del arte le vinieron muy bien para su formación artística.

También fue profesor, vendedor de libros… Anduvo de aquí para allá hasta que un día, decidió dar un cambio a su vida e irse a una región minera de Bélgica como misionero. Allí se esforzó por ayudar todo lo que pudo a los mineros y sus familias, que vivían en la miseria.

Las duras condiciones de vida de los campesinos y de los trabajadores del carbón le marcaron para siempre y dejaron una gran huella en su obra artística.

Vincent también pasaba por graves apuros económicos, así que su querido hermano Theo empezó a enviarle dinero para poder subsistir. Le quería tanto que siguió haciéndolo hasta el final de su vida.

Dos años después, a la edad de 27, se planteó, por fin, estudiar técnicas artísticas para  dedicarse a la pintura a tiempo completo. De esta primera época es su obra Los comedores de patatas, donde refleja, en tonos oscuros, la vida humilde pero muy digna de la gente del campo. El respeto y la compasión que siente por ellos queda patente en sus lienzos.

 ¡Van Gogh en París!

Con 33 años Vincent se fue a la capital francesa y descubrió un mundo totalmente nuevo. París era una ciudad moderna y vibrante donde en los últimos años había surgido el Impresionismo.

Este movimiento pictórico se llamaba así porque los artistas intentaban captar las impresiones y los efectos que la luz producía en el paisaje. Por eso, los temas de sus cuadros solían ser la naturaleza y variados personajes que disfrutaban de la alegría de vivir.

 Vincent se trasladó al barrio bohemio de Montmartre y conocíó a los grandes pintores de la época como Toulouse Lautrec, Degas, Pisarro, Monet o Cézanne,  a los que admiraba y de los que aprendió.

Era inevitable: el color se apoderó de Van Gogh y su técnica cambió y evolucionó hacia una etapa de mayor esplendor artístico.

 Fíjense en el Retrato de Père Tanguy ¿Verdad que notan la diferencia con Los comedores de patatas? Los colores ya no son oscuros sino muy vivos y combinados de forma valiente. También las pinceladas son más espesas y marcadas.

Durante esta época trabajó muy duro por encontrar una manera de expresión que reflejara su personalidad y sus sentimientos. Aunque, como ven, su pintura tenía cosas en común con el  Impresionismo,  estaba dando un paso adelante hacia un nuevo estilo del que se convirtió en figura principal: el Postimpresionismo.

 Arlés: la consagración del genio

A pesar de que en París el movimiento cultural era espectacular, Van Gogh soñaba con vivir en la región de la Provenza francesa; quería pintar su maravillosa naturaleza y captar la luz especial que había en la zona, así que un día cogió la maleta y se instaló en Arlés, muy cerca del Mediterráneo. 


Una vez allí pintó muchos paisajes al aire libre, retratos de vecinos y un montón de rincones de la ciudad, como podemos ver en el famoso cuadro Terraza de café nocturno en Arlés que ¡todavía existe!

Su obsesión por experimentar sobre el color era enorme y no se tomaba ni un descanso. En pocos meses creó infinidad de lienzos que son auténticas obras maestras, como sus famosas versiones de Los Girasoles o de su propia habitación, El dormitorio en Arlés. 

Puedes comprobar cómo los colores, sobre todo rojos, amarillos y azules, son cada vez más estridentes. En cuanto a la pincelada es empastada, es decir, espesa y de textura rugosa, y también muy enérgica y de líneas entrecortadas, para transmitir movimiento, dinamismo a la imagen.

Van Gogh vuelca en la pintura todas sus emociones y demuestra que su imaginación es ilimitada.

 La oreja de Van Gogh 


Vincent tenía otra idea en la cabeza que le obsesionaba: reunir a grandes pintores en una casa para vivir todos juntos en comunidad y compartir sus conocimientos sobre arte. Por desgracia para él, a ninguno le interesó el proyecto. Tan sólo su amigo, el gran pintor Paul Gauguin, fue a visitarle. 

Convivieron durante un par de meses, pero los dos tenían un carácter tan fuerte que se pasaban el día discutiendo. En cierta ocasión fueron demasiado lejos y según parece, Van Gogh, en un arrebato de ira, se cortó el lóbulo de la oreja izquierda con una navaja. Este hecho  no está del todo claro: hay estudiosos que piensan que fue Gauguin quien le hirió y después hicieron un extraño pacto para no contar la verdad ¡Quizá algún día se resuelva el misterio!…

 El carácter y la personalidad de Van Gogh

Vincent Van Gogh fue una persona con problemas emocionales toda su vida. Era muy sensible y se sentía incomprendido tanto a nivel personal como artístico. De cara a la gente, a menudo se mostraba  agresivo y sacaba a relucir su mal carácter. No le gustaba relacionarse demasiado con los demás y prefería la soledad del estudio y del trabajo.

Convivió con la enfermedad desde niño y sus trastornos mentales se agravaron con el paso del tiempo. Padecía epilepsia, insomnio, esquizofrenia y a menudo caía en depresiones. Todo esto está muy relacionado con el lugar en el que pintó una de sus obras maestras: La noche estrellada.

 ¿Dónde pintó Van Gogh La noche estrellada?


Después de la bronca monumental entre los dos amigos artistas, Gauguin se fue de Arlés y la salud de Vincent empeoró hasta tal punto que él mismo pidió que le internaran en un hospital psiquiátrico; el pobre estaba desquiciado y deseaba con todas sus fuerzas curarse y vivir tranquilo y en paz consigo mismo.

Durante su estancia allí le permitieron seguir pintando y no desaprovechó el tiempo. En vez de relajarse, creó nuevas obras sin parar, inspirándose en los jardines que rodeaban el hospital y en los paisajes que veía a través de la alta ventana de su habitación.

Y sí… Es en este lugar donde realizó su famosísima  pintura La noche estrellada. Rodeado de enfermedad, tristeza y locura, Van Gogh supo sacar toda la genialidad que llevaba dentro.

¡Fíjense qué hermoso y llamativo es! El pueblo en calma contrasta con el cielo, el auténtico protagonista del cuadro, donde todo gira y se retuerce. La Vía Láctea lo atraviesa formando dos espirales gigantescas. Las estrellas, de color amarillo intenso, son como remolinos sobre un paisaje azul y morado, igual que la increíble y brillante luna menguante.

En el firmamento todo se curva, mientras  que abajo todo está tranquilo y en silencio. El uso de pintura espesa, los trazos rápidos y los contrastes de color combinados de manera armónica, provocan  sensación  de movimiento y expresividad.

Van Gogh no quiso plasmar con exactitud el paisaje que veía, sino trasmitir sus propias emociones a través de ella. Primero, observó el cielo, y después, lo transformó. La energía de la naturaleza, que parece más viva que nunca, es reflejo de su propia agitación interior.

 Muere Van Gogh, nace el mito

Pocos meses después, Vincent Van Gogh se quitaba la vida a los 37 años. Un triste final para una existencia  repleta de penurias y amargura. Mientras estuvo en este mundo, nadie reconoció su talento, ni el público ni sus colegas del mundo del arte.

Aunque hoy en día nos parezca insólito,  vendió un único cuadro en toda su vida,  pocos meses antes de morir.

¿Sabéis qué pensaba Van Gogh sobre este tema? Él mismo dijo esto:

“No puedo cambiar el hecho de que mis cuadros no se vendan. Sin embargo, el tiempo hará que la gente reconozca que mis cuadros valen más que el valor de las pinturas utilizadas en ellos”

Sin duda tenía un sexto sentido y se sentía muy seguro de lo que hacía, porque hoy en día está considerado uno de los pintores más grandes de la historia y de los que  más influyeron en el arte del siglo XX.

 ¿Cómo serían algunos cuadros de Van Gogh si cobraran vida? Esta preciosa animación del artista visual Luca Agnani lo representa:

 


Otro par de vídeos sobre la vida y obra de Van Gogh:






¿Por qué se llama Baile en el Moulin de la Galette?

 


 Baile en el Moulin de la Galette es el cuadro más famoso de Renoir y una de las Obras Maestras del Impresionismo, pero por mucho que nos fijemos ¡no se ven molinos ni galletas por ningún sitio!

Entonces… ¿Por qué se llama Baile en el Moulin de la Galette?

 Montmartre y los molinos de viento.

Montmartre es hoy en día un precioso barrio de París al que acuden al año millones de turistas. Se asienta sobre una colina en la que antiguamente había unos treinta molinos de viento que se usaban para muchas actividades, como por ejemplo, moler granos de trigo o pimienta. A finales del siglo XIX la mayoría de los molinos habían desaparecido, pero todavía quedaban un par de ellos.

 Por aquel entonces, mientras París se convertía en una bella ciudad de amplias avenidas y modernos edificios, Montmartre seguía siendo una zona rural y humilde pero con mucho encanto. Los días festivos, muchos parisinos iban por allí a pasar una tarde de campo y a disfrutar de las hermosas vistas. 

La gran idea de los molineros

Un día, los Debray,  muy espabilados para los negocios,  tuvieron la idea de elaborar deliciosas galletas o panes con la harina de centeno que ellos mismos molían. Las vendían junto a un vaso de leche fresca a todo aquel que se acercaba a contemplar  París desde el fantástico mirador de uno de sus molinos.

Esta sencilla ocurrencia tuvo tanto éxito, que al cabo de un tiempo decidieron ampliar el negocio a lo grande y transformar el molino en un bar y sala de fiestas con jardines. A todo el recinto lo bautizaron  como Le Moulin de la Galette, es decir, El Molino de la Galleta.

 El Moulin de la Galette se pone de moda

Rápidamente se convirtió en el lugar favorito de pintores, músicos, obreros, soldados, modistas… que acudían allí los domingos y festivos para divertirse. Había un Salón de Invierno para los días de frío, pero cuando el tiempo era soleado, las meriendas y fiestas se celebraban en el exterior, donde los jóvenes pasaban las horas en los jardines bailando al ritmo de la orquesta. 


Los bailes empezaban a las tres de la tarde y se alargaban hasta la medianoche. Al llegar la oscuridad el jolgorio continuaba gracias a la iluminación de las lámparas de gas, ya que todavía no existía la luz eléctrica en las ciudades.

Renoir no era el único al que le encantaba ir por allí. Durante años, muchos prestigiosos artistas (músicos, escritores…) vivieron en este animado barrio, frecuentaron el  Moulin de la Galette y lo plasmaron en sus obras. Entre sus compañeros de profesión, estaban Toulouse-Lautrec, Van Gogh, Pablo Picasso… 

¿Qué pintó Renoir en su obra Baile en el Moulin de la Galette?

Renoir representó en este cuadro  una de esas divertidas tardes de verano en los jardines del Moulin de la Galette. No se ven los molinos que dan origen al nombre del merendero porque sólo pintó una parte del jardín y en concreto, el momento del baile. Los molinos de madera originales estaba situados muy cerca de allí.

¿Les parece que este cuadro inspira tristeza? ¿Aburrimiento? ¿Es un cuadro pesimista?…

¡Claro que no! Todo lo contrario. El gran Renoir trató de transmitir optimismo y alegría de vivir. Como se puede ver, la gente baila, charla animadamente y parece pasárselo muy bien. Viendo esta imagen podemos hacernos una idea de cómo se divertía en sus días libres la gente de su entorno; de hecho, varias personas que aparecen en él son buenos amigos suyos a los que quiso retratar.Para mostrar alegría, utilizó vivos colores.

También dio mucha importancia a la luz y a cómo se refleja en las personas y en los objetos. En vez de dibujar y perfilar las figuras, las creó a base de manchas para crear sensación de movimiento y luminosidad en la escena. Esto no es sólo característico de Renoir, sino de todos los artistas del Impresionismo. Los paisajes, la vida al aire libre, el color, la luz, los buenos momentos que ofrece la vida… fueron por lo general los temas preferidos de todos ellos.

 ¿Pintó el cuadro durante el baile?


Los pintores impresionistas solían pintar al natural en vez de encerrarse en su estudio. En el caso de esta obra, no está muy claro que Renoir la pintara directamente en el merendero del Moulin de la Galette. Existe un cuadro anterior muy parecido, más pequeño y menos acabado que seguramente sí pintó durante el baile y que luego llevó a su estudio y usó como modelo del segundo y definitivo cuadro que es el que todos conocemos. En las fotografías pueden comprobar que son muy similares aunque se aprecian diferencias entre ambos.

  

El Moulin de la Galette cerró en 1915 y ya no existen los  antiguos molinos que llegaron a ser tan famosos.

 

 

  


¿Qué gran incógnita esconde el cuadro Las Meninas?


Es una obra maestra a nivel pictórico y una muestra de la genialidad del pintor, pues se trata de un cuadro mucho más complejo de lo que parece a simple vista.

Vamos a fijarnos detenidamente en él y a descubrir por qué encierra una incógnita que a día de hoy, más de 350 años después de su creación, todavía no ha sido aclarada.

Antes vamos a conocer algunos datos sobre el autor y su época.

  ¿En qué época nació Diego de Velázquez?

 Diego Velázquez nació en la próspera ciudad de Sevilla (España) en 1599, justo cuando el siglo XVI estaba a punto de terminar. Su vida y su obra, por tanto, se desarrollaron en los primeros sesenta años del siglo XVII. 


¿Cómo fue su vida?

En 1621 subió al trono de España Felipe IV y Velázquez pensó que era el momento de viajar a Madrid para probar suerte y subir un peldaño más en su carrera artística.

Con 22 años se plantó en la capital del reino para ver qué se cocía por allí y tuvo un gran golpe de suerte, porque poco tiempo después, le dieron la oportunidad de retratar al mismísimo rey.

Felipe IV quedó tan satisfecho y maravillado, que le ordenó trasladarse al palacio real y le nombró pintor de cámara.

¡Para el joven Velázquez tuvo que ser uno de los mejores días de su vida! Ser pintor de cámara significaba convertirse no sólo en el pintor de la familia real y de la corte, sino en el encargado de hacer grandes obras pictóricas para decorar los palacios, pabellones de caza y otras posesiones de la realeza.

A partir de entonces su vida transcurrió entre los reyes y la gente más influyente del país. Instaló su taller dentro del Alcázar Real y su prestigio como pintor fue en ascenso.  

 La obra de Velázquez

Desde muy joven demostró un enorme talento. Observen su “Vieja friendo huevos”, que pintó a la edad de 19 años en Sevilla. En él se aprecia que es un gran retratista y que sabe plasmar de forma genial las calidades y texturas de los objetos (la clara del huevo, la piel rugosa del melón, los metales)…

Por esta época utilizaba la técnica del claroscuro, que consiste en iluminar a las figuras principales del cuadro como si tuvieran un potente foco frente a ellos, dejando el fondo sumido en la oscuridad.


Ya en Madrid, su privilegiada vida en la corte le permitió conocer a fondo las fantásticas colecciones de pintura que atesoraban los reyes y su visión artística empezó a ampliarse. Contemplar obras maestras de otros artistas, sobre todo de su adorado Tiziano, le hizo evolucionar: poco a poco, fue abandonando el tenebrismo de sus primeras obras, como puede verse en El triunfo de Baco.

 ¡Ser el pintor más importante de palacio tenía muchísimas ventajas!: cobraba un buen sueldo, le pagaban bien sus cuadros y pudo conocer en persona a grandes pintores,  como  Rubens.


Además, tuvo la oportunidad de viajar a Italia un par de veces para estudiar de cerca la pintura italiana del momento y cómo no, el arte clásico. Cuanto más se empapaba de todo ello su técnica mejoraba, creando obras como La fragua de Vulcano, cada vez más luminosas y de pinceladas más ligeras.

 Esta evolución fue imparable hasta el final de sus días. Velázquez retrató durante años a los reyes, a personajes de la corte como bufones y enanos, pintó cuadros de batallas…  Su estilo es cada vez más delicado, los colores más claros y la forma de pintar más libre.


Su mayor preocupación era representar la luz de la forma más natural posible, como ves en La Rendición de Breda, también conocido como Las Lanzas.

 Al final de su vida realizó sus dos grandes obras: Las Hilanderas y Las Meninas. En ambos  demuestra total maestría en el manejo del pincel, todos sus conocimientos de perspectiva y profundidad, y un dominio absoluto e inigualable de la luz pero este blog se centrará en Las Meninas.

 ¿Por qué es tan importante Las Meninas?

Velázquez pintó Las Meninas  en 1656, cuatro años antes de su muerte. Tenía 57 años.


En esta obra volcó toda su sabiduría, fruto de muchos años de observación, práctica y estudio.Consiguió adelantarse a su época en la manera de pintar, ya que logró trasmitir realismo con pocos colores y pocas pinceladas. Puede verse en el adorno del vestido de la infanta Margarita que de cerca parece un borrón hecho deprisa y corriendo

En cierto modo, ya usaba la técnica que a fines del siglo XIX, adoptarán los pintores impresionistas .

Respecto a la profundidad  y a la manera de iluminar el cuadro, consigue crear una atmósfera que difumina los contornos y hace que los colores sean más apagados y menos nítidos cuanto  más lejos están las figuras ¡Da la sensación de que el aire de la sala casi se puede tocar!

Este método para crear sensación de profundidad se conoce como perspectiva aérea y Velázquez fue el maestro indiscutible.

 ¿Qué nos cuenta Las Meninas?

La obra representa un momento de la vida en palacio.

En el centro aparece la infanta Margarita, a la edad de cinco años, rodeada de un grupo de sirvientes. A cada lado, hay una doncella. Estas muchachas, que debían acompañarla y atenderla, eran conocidas como meninas y de ahí el nombre del cuadro.

A la derecha vemos  dos enanos, uno de ellos jugando con un perro mastín, y a otros servidores de la corte: dos que están charlando y uno al fondo que parece abrir una puerta. Y por supuesto, distinguimos a Velázquez, que  se representa a sí mismo trabajando en un enorme lienzo con la paleta y el pincel en las manos.

 ¿Dónde está la incógnita del cuadro de las Meninas?

Si a nivel técnico es una genialidad, el argumento  es apasionante.  El cuadro encierra muchos misterios, pero vamos a centrarnos en la incógnita principal que durante años ha traído de cabeza no sólo a los estudiosos del arte, sino a todos los que nos paramos a contemplarlo.

Obsérvenlo durante un rato ¿No te la sensación de que algunos personajes traspasan el cuadro con la mirada? Es como si hubiera sucedido algo frente a ellos que llama su atención, pero ¿qué puede ser?… ¡Ahí está el quid de la cuestión!

Para entender algo más, tienen que buscar a los padres de Margarita dentro del cuadro. Son los reyes Felipe IV y Mariana de Austria.


Son las figuras que aparecen difuminadas en el espejo del fondo! Velázquez no los pinta junto a los demás personajes, sino  reflejados en un espejo.

Ahora, miren el cuadro de nuevo y piensen: si los reyes no están en la sala pero se reflejan en el espejo… ¿Dónde están los reyes? ¿Creen que están en el lugar del espectador?

Si creen que sí, la historia podría ser algo parecido a esto:

Velázquez está un día cualquiera trabajando en palacio. No sabemos qué cuadro pinta, porque no lo vemos. Por allí está la infanta Margarita acompañada de su séquito, cuando de repente, los reyes entran por sorpresa en la sala. Algunos se dan cuenta y levantan la mirada. Se supone que los reyes están donde estás el espectador y por eso se reflejan en el espejo del fondo ¿Lo ves?

Velázquez incluye a los reyes en el cuadro de una manera muy ingeniosa: nos hace saber que están ahí, en la sala con los demás, aunque no los veamos en la escena.

Pero claro, también hay otra opción. Observen la imagen de nuevo.

¿Y si los reyes no acaban de entrar, sino que han estado posando para el pintor?

Veamos esta posibilidad:

Imaginen que los reyes están sentados porque Velázquez les está haciendo un retrato. Su hija ha decidido bajar a la sala a ver cómo va la cosa junto al resto de acompañantes. De repente, el rey y la reina deciden que ha llegado la hora de irse y que ya seguirán posando otro día. Se levantan de sus asientos y al ponerse de pie, el espejo de fondo capta su imagen. Velázquez deja de pintar y les mira, al igual que la infanta Margarita y otros sirvientes.

Si esto fuese así, hay un misterio que quedaría resuelto ¿Cuál?… ¡Claro! Sabríamos qué cuadro está pintando Velázquez: ¡el retrato de los reyes!

Según cómo interpretemos lo que sucede, desvelamos cosas del cuadro que en realidad no vemos

Por si esto fuera poco, hay todavía más alternativas, como puede verse en el dibujo: que el espejo no refleje la imagen de los reyes, ni entrando ni levantándose después de posar, porque… ¿Y si lo que refleja es lo que Velázquez está pintando?

En realidad, nosotros sólo vemos la parte de atrás del cuadro, el bastidor, pero si te fijas, está girado hacia el espejo ¡Quizá Velázquez está pintando a los reyes y es el lienzo lo que se refleja!

Velázquez nos introduce en la pintura y nos invita a jugar, a pensar, a descifrar lo que está sucediendo justo en ese momento congelado en el tiempo.

 La genialidad del genio

Quizá haya resultado un poco complicado, pero esperamos que haya servido para despertar su curiosidad y apreciar un poco más la grandeza de esta obra en la que Velázquez quiso dejar clarísimo que era un genio en todos los sentidos.

Para terminar, aquí tienen un interesante vídeo del Museo del Prado de Madrid, en el que los personajes del cuadro cobran vida

 



Curiosidades sobre La Gioconda

 


Considerado el retrato más famoso del mundo, fue pintado por el gran artista italiano Leonardo Da Vinci en torno a 1503, es decir, hace un poco más de 500 años, durante la época del Renacimiento.

 Se exhibe en el Museo del Louvre, en la ciudad de París. Los visitantes suelen quedarse sorprendidos la primera vez que lo ven ya que en realidad es un cuadro bastante pequeño que mide 77 x 53 cms.

¿Por qué la Gioconda es tan famosa?

 Su fama no sólo se debe a que se trata de una Obra Maestra de la Pintura, sino a que siempre ha estado rodeada de misterio.

Los expertos llevan muchos años investigando quién es esta bella dama. Se cree que se trata de Lisa, una linda joven que estaba casada con un banquero llamado Francesco del Giocondo, y de ahí el sobrenombre de Gioconda.

Hay quien prefiere llamar al cuadro La Mona Lisa. Monna es lo mismo que Madonna, una palabra italiana que significa ‘Señora’. Así pues, La Monna Lisa es ‘La Señora Lisa’.

 El secreto que esconde su sonrisa

Lo más intrigante del retrato de esta enigmática dama es la boca. Según desde qué posición observes la imagen, parece que a veces sonríe y otras veces no… ¡

También la razón de la sonrisa es un misterio ¿Triste y melancólica? ¿Malévola quizá? ¿Estará viendo algo que le divierte mientras la retratan o simplemente tiene pensamientos felices?

Este es un misterio que todavía está por resolver, pero lo que está claro es que Leonardo quiso jugar con los espectadores, provocar en nosotros cierta sensación de intriga.

Para algunos expertos la razón es que Lisa se sentía feliz debido a que estaba embarazada. Lo creen porque aparece sonriendo y con las manos apoyadas sobre su vientre. Además, sus dedos parecen un  poco hinchados,  algo bastante habitual en las mujeres que esperan un bebé.

Su mirada también es especial. Si te pones frente al cuadro y te mueves hacia la derecha o hacia la izquierda, da la sensación de que te sigue allá donde vayas.

También llama la atención que el rostro no tiene cejas ni pestañas. Tampoco está muy claro el motivo, pero parece ser que era moda en aquellos tiempos que las damas de Florencia se depilaran el vello de la cara para sentirse más guapas.

 Tras el cristal,  La Mona Lisa está más segura

A principios del siglo XX La Gioconda fue robada del Museo del Louvre, pero afortunadamente se recuperó. También sufrió varios ataques, en una ocasión le lanzaron una piedra que causó daños en la pintura.

Por todo esto se pensó que lo mejor era protegerla tras una vitrina de cristal antibalas que desde hace años la mantiene a salvo y  en perfecto estado para que todos podamos disfrutarla.

La Gioconda es  la obra más famosa de este enorme y maravilloso museo.

Dos vídeos para ahondar más en los misterios de este interesante cuadro. 



El curioso descubrimiento de La cueva de Altamira

 

  Todo comenzó un día de 1868 en que un cazador salió al campo con su perro. El animal perseguía una presa cuando se quedó atrapado entre

unas rocas. Su dueño fue a rescatarlo y descubrió que, tras unos matorrales, se escondía la entrada de una cueva que a simple vista parecía bastante grande.  El hombre no le dio demasiada importancia, salvó al perro y se fue por donde había venido; pero al llegar al pueblo contó lo sucedido y todo el mundo se enteró de que en Santillana del Mar (Cantabria) existía una cueva hasta el momento desconocida.La noticia también llegó a oídos de un señor que
vivía en la zona, un hombre rico, muy aficionado a la arquelogía. En 1879 decidió explorar esa nueva cueva con su hija. Mientras cavaba la tierra, la niña se fue a corretear por allí y vio que había unas pinturas en el techo.

¿Por qué es tan importante La cueva de Altamira?

La cueva de Altamira es una auténtica maravilla del arte rupestre. Fue pintada durante la Edad de Piedra, concretamente en el período que conocemos como Paleolítico Superior. Se cree que esta cueva empezó a habitarse hace 35.000 años y durante milenios, diferentes artistas que vivieron allí dentro fueron pintando sus techos y paredes. Hace unos 13.000 años la entrada se derrumbó y nadie volvió a entrar en ella hasta su descubrimiento. Esto permitió que las pinturas se conservaran casi intactas hasta nuestros días. La cueva no es demasiado grande pero se divide en varias partes.

Cerca de la entrada es donde sus habitantes pasaban la mayor parte del día ya que era el único lugar iluminado por la luz del Sol. Ahí cocinaban, fabricaban armas y utensilios para su vida diaria… Si nos adentramos en la profundidad de La cueva de Altamira, hay otras salas donde reina la oscuridad y a las que sólo se puede acceder con luz artificial. Recuerden que en esta época, el ser humano ya era capaz de crear fuego. Ahí, en esos lugares más recónditos, es donde aparecen decenas de animales salvajes en techos y paredes: Caballos, ciervos, jabalíes…

 La Sala de los Polícromos

La sala más importante de todas se conoce como Sala de los Polícromos, y el animal protagonista es el bisonte. Para pintarlos utilizaron lo que tenían más a mano, como piedras afiladas para grabar la imagen en la roca, o carbón y otros minerales que machacaban y después mezclaban con agua o grasa animal; De esta manera fabricaban pintura de diferentes colores como el ocre o el amarillo. Utilizaban los dedos, las manos, tampones, e incluso soplaban pintura a través de pequeños huesos de ave huecos para que saliera disparada contra la piedra. La parte interior de la cueva está totalmente oscura así que utilizaron lámparas de tuétano para poder pintar. Estas lámparas eran como unas velas que fabricaban con la grasa extraída de los huesos de los animales.

Se nota que los pintores conocían muy bien los animales que pintaban. Esto es lógico, ya que vivían de la caza y se pasaban horas observándolos detenidamente para poder atraparlos y alimentarse de ellos cada día. Además de pintarlos en diferentes posturas y movimientos, aprovecharon las zonas abultadas del techo y las paredes para pintar encima los animales y conseguir que parecieran más reales.  

Hace años que La cueva de Altamira se cerró al público para evitar su deterioro. Muy cerquita está el Museo de Altamira, y en él han construido una réplica exacta que les permitirá disfrutar y aprender muchas cosas interesantes.

 

Este post  se cierra con una pequeña adivinanza, ¿a qué obra u obras pictóricas, de las numerosas que han aparecido a lo largo de este post, pertenecen estos detalles?