Le nozze di Figaro







 

Ópera bufa, un nuevo género de comedia musical en el que música y palabra sirven en común a un objetivo clarísimo: el de la teatralidad y el de la construcción dramática, nunca antes en una ópera la acción tuvo un lugar tan protagonista, entre la acción de los personajes se hace música dinámica, mostrándolos en permanente transformación interior y exterior, en su modo de percibir y sentir el mundo que los rodea y, también, en una transformación exterior ya que modifican el modo de relacionarse con el resto de personajes; todo ello con el ingenio e inventiva de Mozart que llena más de tres horas de música y comedia.

Comienza la ópera en Sevilla, con Figaro y Susanna, prometidos a punto de casarse, están contentos y se muestra en su canto que Susanna se detiene para contar a Figaro los problemas que tiene en el castillo porque el conde Almaviva la persigue y ahí empieza la danza, desde el punto de vista teatral pero también literal:


 Teatralmente, porque se inician los planes que pretenden poner en evidencia al conde y hacer que fracase en su empresa.

 Literalmente, porque Figaro canta una “cavatina” como respuesta a las intenciones del conde y que no es otra cosa que un minué, una danza cortesana muy popular en la época, tanto que tenía un cierto poder unificador, ya que lo bailaba tanto la aristocracia como el pueblo.

«Se vuol ballare

Signor Contino,

il chitarrino

le suonerò.

Se vuol venire

nella mia scuola

la capriola

le insegnerò.

Saprò... ma piano,

meglio ogni arcano

dissimulando

scoprir potrò!

L'arte schermendo,

l'arte adoprando,

di qua pungendo,

di là scherzando,

tutte le macchine

rovescerò.

Se vuol ballare

Signor Contino,

il chitarrino

le suonerò.»



Toda esta cómica trama procede de Beaumarchais, uno de los “enfants terribles” del siglo XVIII, junto a otras figuras como Casanova. “El día de las locuras o el casamiento de Figaro”, comedia en cinco actos, escrita en 1778, cuya primera representación tuvo lugar en 1784, tras varios años de censura.  Obra maestra del teatro francés e internacional, es considerada, por su denuncia contra los privilegios arcaicos de la nobleza, como uno de los signos primigenios de la Revolución Francesa.  Dos años después de su primera representación, fue adaptada por Mozart y Lorenzo da Ponte bajo el título de “Le nozze di Figaro”, transformando el estilo revolucionario de la obra en una sucesión de personajes y escenas bufas y el despreciable conde Almaviva en un aristocrático y quasi simpático personaje.

Y ¿cómo crea Mozart esa teatralidad, esa acción permanente en la ópera?.  A través de los ensembles, de los conjuntos, es una ópera que tiene tantos conjuntos como arias, y la capacidad de generar acción y perspectivas múltiples es uno de los puntos que más destaca en esta ópera en la que pasamos de las arias que expresan estados afectivos del barroco al concepto de ópera basada en los ensembles que muestran habitualmente varios puntos de vista y estados de ánimo diferentes en los personajes y que, muchas veces (como en el siguiente ejemplo) incluyen acción dentro de los mismos.  Es una nueva manera de crear ópera: el género bufo.

Este ensemble llega cuando el conde vuelve a declararse a Susanna mientras Cherubino está escondido en la habitación, también está el profesor de música de Susanna que el conde utiliza como intermediario.

La música muestra tres estados emocionales:

 El del conde, autoritario y enfático.

 Basilio, que sigue el juego al conde y, por ello adopta su mismo estilo musical pero modificado con una expresividad menos enfática y autoritaria.

Susanna, con un lamento angustioso en estilo dramático, con su suspiratio y los encadenamientos de notas de dos en dos y su flexión al modo menor.

Si se presta atención a la orquesta cuando el conde y Basilio se compadezcan de Susanna se puede oír el corazón de Susanna en los contratiempos que hace la orquesta cuando las dos voces dicen eso.

Como en toda ópera bufa, dentro de los ensembles, un terceto en este caso, van sucediendo cosas.



Entran los campesinos con Fígaro y, con ellos, la trampa de éste para hacer caer al conde.  Cherubino es enviado al ejército y Fígaro lo despide con su famosa aria “Non più andrai”.

Non più andrai, farfallone amoroso,

notte e giorno d'intorno girando;

delle belle turbando il riposo

Narcisetto, Adoncino d'amor.

Non più avrai questi bei pennacchini,

quel cappello leggero e galante,

quella chioma, quell'aria brillante,

quel vermiglio donnesco color.

Tra guerrieri, poffar Bacco!

Gran mustacchi, stretto sacco.

Schioppo in spalla, sciabola al fianco,

collo dritto, muso franco,

un gran casco, o un gran turbante,

molto onor, poco contante,

Ed invece del fandango,

una marcia per il fango.

Per montagne, per valloni,

con le nevi e i solleoni.

Al concerto di tromboni,

di bombarde, di cannoni,

che le palle in tutti i tuoni

all'orecchio fan fischiar.

Cherubino alla vittoria:

alla gloria militar.



Canta Figaro a ritmo de marcha y con todos los elementos estilísticos que sugieren el tópico musical en la música de la época; ritmo binario y marcado, propio de una marcha, melodías construidas sobre las notas del acorde mayor, fanfarrias, etc.  Por supuesto, como todo a lo largo de esta ópera, que no es otra cosa que un escarnio de todos los “modos” musicales del barroco, este aria también los es y los elementos militares se combinan con otros como la acción de la cuerda frotada en saltitos, que resaltan como paradójicos dentro del concepto de la marcha convirtiendo el aria en una chanza.

El segundo acto se inicia presentando a la condesa Rosina a la que Figaro cuenta su plan: hacer llegar a manos del conde una carta en la que se concierta una supuesta cita entre la condesa y su supuesto amante al tiempo que disfrazará a Cherubino de Susanna para que acuda a la cita que le ha propuesto el conde para ponerlo en evidencia.  Se oye llegar al conde, Susanna se esconde tras la puerta, y Cherubino se encierra en un armario.  Comienza así otro terceto con dos polos:

 El enfado del conde, que entra con la figura del énfasis en la orquesta con toda la orquesta al unísono, muy imperativa.

 La condesa que trata de aplacarlo con líneas melódicas descendentes y, entre medias, los pertichini, los comentarios, de Susanna que está escuchando detrás de la puerta.

Los pertichini son un elemento que será fundamental en las óperas bufas y que da una dimensión dramática muy dinámica al terceto.

Expresivamente, el terceto ahonda en el estilo enfático del conde y en el dramatismo asociado al miedo de ser descubierta que tiene la condesa con incursiones del “modo tempesta” barroco con el que se describían las tempestades pero, nuevamente, como se apuntaba anteriormente, como chanza y burla de los modos antiguos.



En medio des este “imbroglio” aparece Figaro cantando en un contrastante estilo popular bufo.  Se recordará que las danzas son el arma de Figaro, desde el primer acto está diciendo que

«comienza la danza para darle su merecido al conde»

  Con los acentos que representan su discurso desde el principio, entra en escena.  Nótese la suspensión rítmica que se produce cuando el conde le diga a Figaro

¿conocéis esta nota y a quien la escribió?



Si se ha prestado atención, se habrá podido observar cómo la acción se va precipitando acorde a la tensión musical que cada vez se hace más perceptible en el ritmo armónico, cada vez más rápido, y en la articulación rítmica de las voces.

Continúa el crecimiento del final acumulativo, llegan nuevos personajes, Marcellina y Bartolo que odian a Figaro y pretenden que éste se case con Marcellina, todo conduce a un septeto que complica la situación y deja al descubierto el enredo y la historia, lejos de concluir, queda en abierto, como era típico en las óperas bufas en el acto central.



Comienza el tercer acto con el conde Alamaviva, un personaje que Mozart trata particularmente de un modo benevolente:  desde el punto de vista del libreto, es uno de los personajes serios, sin embargo, Mozart no lo encarna con una música cruel sino, en general, en un estilo majestuoso, arcaico, “serioso”, con habituales gestos de énfasis, esas voces al unísono que se despliegan en melodías muy afirmativas con un uso reiterado de rítmica asociadas al gesto de la obertura francesa, dibuja o encarna un personaje serio, estático al que todos acaban tomando el pelo; también musicalmente, porque las músicas de los demás son mucho más veloces y dinámicas.

Ya que se ha analizado el personaje de Almaviva, se dedicará también un comentario a la musicalidad que caracteriza al resto de los personajes.

Desde la reforma de Goldoni, las parti serie, los personajes serios, se incorporan al mundo de la ópera bufa trayendo a ella sus formas de comportamiento musical, los estilos asociados a su condición, el estilo contrapuntístico, el estilo maestoso, el bel canto y los ritmos de sus danzas cortesanas.  Los personajes serios de esta ópera son el conde y la condesa, caracterizados por el énfasis, el estilo imperativo, acordes solemnes o el estilo cantabile.

Se encuentran también personajes bufos como Bartolo, las músicas del pueblo llano, presentes en la colectividad con sus característicos coros y, por último, elaborados de un modo más detallado, Figaro y Susanna, son personajes mezzocarattere, representantes de esa clase media que se abría paso a partir de la época y de la que estas óperas bufas hacen unos inteligentes retratos, tienen características que se mueven entre lo bufo y lo serio, tienen sus recitativos, sus arias pero son personajes mucho más dinámico, más variados en su caracterización.

Y, ¿cómo ha avanzado la trama mientras se escribía esto?.  El conde está dispuesto a la venganza, Marcellina acosa a Figaro y, giro copernicano del argumento, Figaro asegura ser un “enfant trouvé” hijo de un noble con una marca en un brazo y Marcellina y Bartolo reconocen en él a su hijo.  Se llega así a la resolución de la trampa que Figaro preparó para el conde en el segundo acto, el intercambio de personalidades en la cita del jardín entre el conde y Susanna.  Una vez finalizadas las dobles bodas ( Figaro con Susanna y Marcellina con Bartolo), llega la noche y el momento de la cita en laque la condesa, disfrazada de Susanna, espera al conde en el jardín.  Préstese atención durante el visionado y la audición a:

Cuando Cherubino “ataca” a la condesa, la densidad de la polifonía con los comentarios de Figaro y el conde, siempre sobre el mismo ritmo de marcha que se reitera dando unidad a la primera sección.

Cambio de tempo y de tema en la música y entrada en una nueva sección que da lugar a la entrada del conde intentando acercarse a la falsa Susanna y, mientras se acerca y le da “la manita” se oyen los pertichini de un indignadísimo Figaro.

Tercera sección del finale y cambio de estilo, la orquesta pasa a una subdivisión ternaria y lenta muy solemne ya que Figaro, despechado por lo visto se dirige hacia la falsa condesa para conquistarla con un lenguaje considerado por él elevado y con referencias mitológicas idóneas para dirigirse a un personaje de su estatus.

  La falsa condesa se ofende mucho por estas palabras y ello se hace notar en un paso al plano bufo que, claramente, no representa a la condesa, mucha agilidad rítmica, stacato.

Soluciona todo este “imbroglio” la llegada de la condesa, todo se silencia y la música adquiere un nivel de dignidad inesperado, tempo lento, transcendencia máxima que nadie se espera, llega el conde con un intervalo de sexta ascendente, vinculada, casi siempre, a la expresión de amor, con la que obtiene el perdón, lo que paraliza la comedia con esta conclusión forzada dando una vuelta de tuerca al finale y al significado último de esta ópera bufa; conclusión es estilo brillante a cargo de todos los personajes.



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Características de los vídeos de este post:

Director musical: Nikolaus Harnoncourt

Año: 2007

Fígaro: Ildebrando d’Arcangelo, bajo-barítono

  Susanna: Anna Netrebko, soprano 

   Conde: Bo Skovhus, barítono

Condesa: Dorothea Röschmann, soprano

Cherubino: Christine Schäfer, soprano