Giulio Cesare in Egitto

Barroco: Giulio Cesare in Egitto




Giulio Cesare in Egitto. Georg Friedrich Händel


Considerada la mejor obra de la historia de la ópera seria.

En primer lugar, hablaremos un poco de la ópera: Se trata de la ópera más divulgada de Händel,  la más elaborada, según los entendidos y la obra barroca preferida del público.

Giulio Cesare in Egitto” es la obra más importante de la ópera seria. Es una ópera larga y más expresiva que otras del género escritas anteriormente, de gran fineza psicológica, con logrados efectos dramáticos  y elaborada orquestación.

Ha contribuido, en gran medida, al desarrollo de las  líneas melódicas, inicia las descripciones de personajes desarrolladas y situaciones más dramáticas. Por lo tanto, es natural que, no sólo en  la época de Händel, sino también en los tiempos modernos sea considerada la obra cumbre de la ópera seria.

Comenzaremos con una obertura francesa creada para realzar la grandeza e iniciar óperas, suites y ballets en la corte de Louis XIV y que compositor italiano Jean Baptiste Lully diseñó a la medida de ése, cómo podríamos llamarlo, rey-artista-tirano que fue Louis XIV. 

Buscaba un tipo de composición introductoria que diera idea de su grandiosidad como soberano y para ello no le servía una marcha convencional que caminase al ritmo del paso

“chan, chan, chan”

sino que necesitaba una rítmica que ensalzase su grandeza todavía más por lo que Lully decidió convertir ese paso rítmico en una combinación de nota larga, nota corta.

“chan......tachán......chan......tachán”



Y, tras esta primera sección ceremoniosa, con ese ritmo de obertura francesa que se extendió rápidamente por Europa como marca de lo grandioso, la “obertura francesa” continuaba con una sección rígida y contrapuntística (como puede apreciarse a partir del 2’ del vídeo anterior).  Era ésta una pieza instrumental que servía de convocatoria sonora para prestar atención a lo que estaba a punto de suceder; recordemos que, en esa época, no tenía esas “vocecitas” que piden que se apaguen los teléfonos móviles y se guarde silencio, cuando el público se sienta en los auditorios, en aquel entonces, la obertura tenía la finalidad de convocar al público e incitarlo a sentarse y atender a través de esta pieza instrumental.

Con este ritmo soberano, se ensalzaba la grandeza del personaje que financiaba aquellos espectáculos y, con la sección contrapuntística, se predisponía al oyente a embarcarse en la aventura de lo que iba a acontecer.

Una vez acomodados, este blog comenzará a adentrarse en la obra para hacerles descubrir la ópera a la que da comienzo esta obertura.  Una ópera cargada de exuberancia vocal y de tensión psicológica que reflexiona sobre aspectos clave de la condición humana de ese momento, siglo XVIII, en el que la mentalidad europea era muy distinta a la nuestra pero, aún así, absolutamente actual ya que es una ópera construida a partir de la expresión y expansión de nuestros de nuestros más poderosos motores para nuestros actos, que son las emociones.

Se trata del mayor éxito operístico de Händel, tuvo muchas representaciones y rápidamente se expandió a ciudades, como París o Hamburgo, desde Londres, lugar donde fue musicada; fue además, el éxito operístico mayor también después de su muerte.  Todo ello no es de extrañar ya que, en esta ópera, el compositor alemán afincado en Londres, Georg Friedrich Händel, logra superar el virtuosismo y las convenciones exigidas por el espectáculo operístico para sumergirse en el retrato psicológico de los personajes y en la reflexión sobre las pasiones que los llevan a tomar decisiones y ejecutarlas.

El libreto, escrito por Nicola Francesco Haym, de una obra homónima escrita por Giacomo Francesco Bassani, realiza una lectura ficticia de un asunto histórico como es la llegada de Julio César a Egipto y se centra en los intentos de conjura que llevará a cabo Ptolomeo intentando hacerse con el trono por encima de su hermana Cleopatra.  Cleopatra, por su lado, busca también este poder pero luchará para ello con su más poderosa arma: sus dotes de seducción.

Cleopatra es el personaje más finamente construido en términos musicales y podremos apreciar, según su forma de cantar, la amplia evolución que va a realizar como personaje:


una seducción vacía de sentimientos nobles.

  el enamoramiento de Julio César.

el dolor por la separación.

  la conquista de un final feliz tanto en el ámbito público como en el privado.

Final feliz, sí, ya que este tipo de espectáculo, la ópera seria, sustentado y financiado por la realeza y la aristocracia tiene un gran componente representativo, es decir, el que lo financia y el estado o cuerpo al que simboliza ha de ser encarnado positivamente, realzadamente. Por ello, los personajes de alta alcurnia triunfan tanto en lo moral como en las lides amorosas y bélicas.

A través de estas características, estamos definiendo este concepto de la “ópera seria” que es el término que se pone a posteriori al llamado “melodrama italiano”. Es un tipo de ópera que, a comienzos del siglo XVIII, busca ser un espectáculo aristocrático y con clase, ya que la ópera, que había nacido a inicios del siglo XVII, se había convertido en una ópera quizá demasiado popular para esa aristocracia, de ahí que, a inicios del siglo XVIII, el compositor Alessandro Scarlatti y el libretista Pietro Metastasio reformarán la ópera eliminando su popularismo:

  solamente se podrá hablar en un tono elevado.

 el personaje cómico será desterrado.

  los temas serán históricos, bíblicos o mitológicos.

 se presentan dos tramas: una pública y otra privada.

Todo ello conforma, a nivel simbólico, una imagen de un mandatario exitoso en la batalla, justo en sus decisiones pero humano y sensible en los asuntos amorosos.

Y así es como aparece dibujado, a través de la reacción que va a tener el coro inicial de esta ópera, en el momento en el que César llega a Egipto:



Este pueblo alaba la llegada de Julio César, una vez derrotado su rival, Pompeyo, por lo que cantan:


«¡Viva, viva nuestro Alcides!

¡Que el Nilo se alegre en este día,

ambas riberas le sonríen,

desvaneciéndose todo tormento!»

«Viva, viva il nostro Alcide!

Goda il Nilo di questo dì!

Ogni spiaggia  per lui ride,

ogni affanno già spari. »

 

Es la llegada de la paz a Egipto y el momento en el que el vencido Pompeyo, otrora gobernador de Egipto, ha de exiliarse, por lo que aparecen en escena su mujer y su hijo pidiendo clemencia y un tiempo de paz, a lo que accede gustoso César. 

Se presenta Aquiles, ayudante de Ptolomeo, ofreciendo a César alojamiento en su palacio y ofreciéndole un regalo de bienvenida: la cabeza de Pompeyo empaquetada en una caja; gesto con el que Ptolomeo pretende ganarse el favor del César pero consigue lo contrario, momento en el que Händel dibuja moralmente a César que critica duramente la muerte de Pompeyo:

 

«¡Y tú vete, vuela! Di a tu señor

que las acciones de los reyes,

buenas o malas,

son siempre un ejemplo.

...

¡Vete! Acudiré a palacio hoy mismo

antes de que se oculte el sol y le diré:

¡Eres un infame!

¡Apártate de mi vista!

¡Sólo conoces la crueldad!

No es de rey ese corazón

que se complace en el rigor,

que ignora la piedad.

«E tu involati, parti! Al tuo signore

di che l'opre de' regi,

sian di ben o di mal,

son sempre esempio.

...

Vanne! Verrò alla reggia,

pria ch'oggi il sole a tramontar si veggia.

Empio, dirò, tu sei,

togliti a gli occhi miei,

sei tutto crudeltà.

Non è da re quel cuor,

che donasi al rigor,

che in sen non ha pietà.»





Varias cosas habría que mencionar una vez llegados a este punto:

Para los que no están acostumbrados a la ópera barroca, se habrán sorprendido al escuchar que el héroe tenga un timbre de voz tan agudo y artificioso; ello se explica porque este rol estaba representado por un  castrato, por esos cantantes de voz prodigiosa debido a su castración en la adolescencia, esto hacía que tuvieran un timbre blanco y agudo dentro de una caja de resonancia con una potencia de un cuerpo masculino, todo ello era una suma que generaba un color vocal único e irrepetible. Pero, dentro de nuestros cánones actuales, esto choca de lleno con la imagen que tenemos hoy día en la que el héroe, un hombre fuerte, ha de tener una voz grave.  Puesto que ya no tenemos “castrati”, este papel suele ser interpretado por un contratenor(como Philippe Jaroussky, en este caso) o por mujeres contraltos que encarnan papeles masculinos.

 La segunda cosa que puede haberles llamado la atención es la exuberancia vocal, la cantidad de notas que llenan cada pulso, con una gran exigencia para el cantante que tiene que luchar contra multitud de dificultades; es el estilo brillante del virtuosismo barroco y es la técnica del “bel canto clásico” (técnica del canto cuyo protagonismo está puesto en el preciosismo de la línea melódica) algo sumamente demandado en la época de Händel y más importante aún que el contenido dramático de la ópera.  La creación de arias con un alto grado de virtuosismo era el motivo principal para asistir a una ópera, además, las arias estaban compuestas para cantantes concretos, estudiando el compositor el tipo de voz determinada que tenía ese cantante. En este caso, el protagonista del estreno de la ópera, fue el castrato Senesino, competidor del mismísimo Farinelli.

Al criticar César con esta severidad a Ptolomeo queda ya dibujado como un general magnánimo y bondadoso.

En contraste a la furia que expresa esta “aria de bravura”, vamos a encontrar a Cornelia, viuda de Pompeyo, que, tras ver la cabeza de su marido en una caja, entona esta aria:



«Privada estoy de consuelo,

y sin embargo no hay para mí

esperanza de morir.

Mi corazón, aturdido de pena,

ya está cansado de sufrir

y se me niega incluso morir.»

«Priva son d'ogni conforto,

e pur speme di morire

per me misera non v'è.

Il mio cor, da pene assorto,

è già stanco di soffrire,

e morir si niega a me.»

Se ha observado que, desde el inicio, se enfrentan o se yuxtaponen emociones opuestas.  Tenemos, por un lado, la ira de Julio César y, por otro lado, la tristeza de Cornelia; ambos son efectos dolorosos, pero opuestos en su grado de activación, la ira provoca una activación alta, nos acelera el latido cardíaco, mientras que la tristeza implica un replegarse.

Esta “aria cantabile”,  en la que tenemos  un “tempo lento”, una rítmica menos rígida que en el aria anterior, obviamente, y un sorprendente “modo mayor”, está escrita en una tonalidad de mayor.  Pero, ¿no debería estar  la tristeza en un “modo menor”?, pues no, ya que Händel, en este sentido, alude a la naturaleza bondadosa de Cornelia, la nobleza es la que canta su tristeza, que se expresa en modo mayor por este motivo; por otro lado, además, alude a una cualidad que estaba muy bien considerada en la época, como es la “contención”, los personajes sufren mucho pero mantienen esa contención que los hace más dignos.



Aquí se ha oído a César y Aquilas cantando en un “recitativo seco” que es como los personajes se relacionan entre sí en el barroco, con una entonación a medio camino entre el canto y el habla que está sustentada por un grupo orquestal o un clave que suele marcar los recitativos, dando los acordes principales. 

Y, en ese medio camino entre el canto y el habla, los personajes pueden dialogar y, además, se prepara la escena y el drama en el punto en el que el cantante entona el aria. Y esto es clave, porque, en la ópera seria, todo está construido a partir de números compuestos por esa pareja de recitativo/ aria, es una sucesión que, para no iniciados, puede llegar a cansar ya que son obras de larga duración en las que esa alternancia puede llegar a ser demasiado previsible.

En este sentido, Händel, en óperas como ésta, se encarga de modificar en ciertos momentos esos recitativos haciendo que la secuencia de recitativo/aria se rompa y genere un aspecto sorpresa.

Cleopatra y Ptolomeo discuten por quién reinará:

 

PTOLOMEO

«¡Vete loca, y vuelve a las tareas

propias de las mujeres:

usa la aguja y el huso en vez del cetro!»

CLEOPATRA

¿Y tú qué, afeminado amante?

¡Ve a cultivar a tus jóvenes amores,

antes de pretender un reino!

PTOLOMEO

«Vanne, e torna omai, folle,

a qual di donna è l'uso,

di scettro invece a trattar l'ago e il fuso!»

CLEOPATRA

Anzi tu pur, effeminato amante,

va dell'età sui primi albori,

di regno invece a coltivar gli amori


Se lo dice con aria que es claramente una burla, presten atención a cómo los violines insisten en una nota muy aguda que llega a ser incluso molesta al oído, es una especie de mordente que le da acidez al aria de este protagonista y que representan las risotadas de Cleopatra burlándose de su hermano.



Un ejemplo maestro del manejo de la ironía musical y un primer retrato de Cleopatra que se desvela como una mujer codiciosa que persigue sus objetivos y con un puntito histriónico por esa manera de cantar hacia los agudos y con tanta ornamentación y tantos saltos.

Después de esto, encontramos a Ptolomeo queda, resentido, junto a su confidente que le dice que si desea reinar ha de deshacerse de César y se ofrece como el ejecutor si, a cambio, le es concedida la mano de la viuda Cornelia de quien se ha enamorado; momento en el cual, Ptolomeo entona un aria que es respuesta y pareja a la furia  expresada por César en el aria  “Empio, dirò, tu sei” e insulta a César con tres adjetivos:


«Impío, desleal e indigno»

«L'empio, sleale, indegno»


y, musicalmente, esos tres adjetivos se expresan con una figura que se llama “gradatio”, la “gradatio” es “escalonar musicalmente” y que, en este caso concreto, dibujan ese crecimiento de la indignación que hay en esos tres insultos:

 una “cuarta” para “impío

“PAAAM, PAAAM”

  una “quinta” para “desleal

“PAAM, PAAM”

  y, para “indigno”, una nota más alta, “una sexta”

“PAAAM, PAAAM”


«quería arrebatarme el reino

y perturbar de ese modo mi paz

Pierda él su vida antes de que

traicione con su ávido corazón

la fe a mí debida.»



«vorria rapirmi il regno,

e disturbar così la pace mia.

Ma perda pur la vita,

prima che in me tradita

dall'avido suo cor la fede sia!»

 

Es una sensación de crecimiento de la indignación y toda el aria se construye a partir de esa “gradatio” generada por esos tres insultos:

«Impío, desleal e indigno,

quería arrebatarme el reino

y perturbar de ese modo

mi paz y mi armonía.

Pierda él su vida antes de que

traicione con su ávido corazón

la fe a mí debida.»

 

«L'empio, sleale, indegno

vorria rapirmi il regno,

e disturbar così

la pace mia.

Ma perda pur la vita,

prima che in me tradita dall'avido suo cor

la fede sia!»



Fíjense que esa palabra “perturbar” (“disturbar” en italiano) la escuchamos haciendo una perturbación de lo que viene siendo el discurso musical, es un momento en el que orquesta y voz van al unísono haciendo exactamente lo mismo, algo que genera una sensación de oquedad, de vacío dentro del discurso musical y que es la excepción, el “disturbar” el modo en que funcionaban las cosas.

¿Y estos detalles tan pequeños?  ¿Y este hacer que la música se comporte como una palabra?  Ese detallismo y esa música “expresiva” tienen un fundamento que se halla en la “retórica musical”.  En aquella época, la música era el arte de mover los afectos y de persuadir al oyente con lo que decían y con lo que expresaban; la retórica musical se encarga de dar vehículos, figuras expresivas que permiten este tipo de significación musical.  Händel era un gran conocedor de estas tácticas y era, además, amigo de Johann Mattheson, uno de los teóricos alemanes que más investigó la retórica musical, es decir, cómo comunicar afectos y ciertas marcas de significado en la música.

Continuamos con una escena contrastante, es el momento posterior a este aria en la que Ptolomeo insulta a César, nos encontramos ahora con una atmósfera opuesta, una atmósfera grave y profunda anunciada por un pequeño interludio de la orquesta:



Esa introducción orquestal nos conduce hasta César que está ante la urna que contiene las cenizas de Pompeyo, allí se desahoga ante las cenizas de su oponente, les muestra sus respetos y reflexiona sobre lo que somos en el mundo:

«Alma del gran Pompeyo,

que entorno a sus cenizas giras,

fueron sombra tus trofeos y grandeza,

y sombra eres ahora.

Así termina siempre la humana gloria.

Quien ayer conquistaba el mundo,

hoy, polvo ya, en una urna reposa.

¡Ay, desgraciado! Para todos es igual:

tierra al principio y al final piedra.

¡Mísera vida! ¡Qué frágil es tu estado!

Un soplo te crea y un soplo te destruye.»

«Alma del gran Pompeo,

che al cenere suo d'intorno invisibil t'aggiri,

fur' ombre i tuoi trofei,

ombra la tua grandezza, e un'ombra sei.

Così termina al fine il fasto umano.

Ieri che vivo occupò un mondo in guerra,

oggi risolto in polve un'urna serra.

Tal di ciascuno, ahi lasso!

il principio è di terra, e il fine è un sasso,

Misera vita! oh, quanto è fraltuo stato!

Ti forma un soffio, e ti distrugge un fiato.»



Un momento único en la ópera, en ésta y en cualquier otra de la época.  Observen que César habla para sí mismo, está en un momento de interioridad y, en ese momento, Händel decide que no es apropiado darle un aria porque un aria se canta para los demás y esto lo está pensando, por lo que Händel le da un “recitativo accompagnato” cuya conformación melódica es de recitativo, no hay mucho movimiento ni estructuras cerradas pero, en vez de ser acompañado por el clave o por la orquesta dando los acordes principales, tiene una orquesta que lo acompaña y lo arropa de esta manera tan eficaz.

Y, ¿de qué habla César?  De dos tópicos literarios, mejor aún, de un tópico literario con diferentes nombres como es el “memento mori” “recuerda que morirás” y el “vanitas, vanitatum” “vanidad de vanidades”, ambos referidos a esa existencia efímera del ser humano en el mundo y a la condena irremediable a acabar «en piedra» , como canta, da igual los logros que se hayan llevado a cabo, es un tema muy relacionado con la época y que podemos ver representado en la música, la pintura, la poesía y la literatura.

Salimos de este momento tan solemne para encontrarnos con Cleopatra que se ha disfrazado de sirvienta para cautivar al César y poder hablarle en contra de Ptolomeo y hacer que se posicione a su favor.  César cae rendido, de inmediato, y se oye entonar a Cleopatra:


«Todo lo puede una mujer bella,

si, amorosa,

despega el labio o vuelve la mirada.

Todo lance hiere un pecho

si no hay defecto

en aquel que lanza el dardo.»

« Tutto può donna vezzosa,

se amorosa

scioglie il labbro, o gira il guardo.

Ogni colpo piaga un petto,

se difetto

non v'ha quel che scocca il dardo.»


Aria paradigmática de lo que es el “bel canto” con toda esa ornamentación, ese preciosismo en la melodía y que representa los adornos que Cleopatra se pone sobre un interior del que todavía sabemos poco; Cleopatra sigue siendo una mujer que se disfraza para seducir al césar con una intención codiciosa muy clara, y así lo muestra este tipo de musicalidad, una musicalidad muy recargada, muy llena de todo tipo de ornamentaciones, la música nos está hablando de la propia Cleopatra, nos está definiendo su personalidad histriónica y seductora.

La ópera seria se estructura por convención en tres actos con una duración (en este caso, cuatro horas), que suponía un auténtico reto para la escucha y que, en la época, se llevaba a cabo en contextos en los que estaba permitido comer, jugar a las  cartas, entrar y salir al espectáculo tantas veces como se quisiera; se se seguía un protocolo rígido con ese comportamiento y ese respeto que, en la mayoría de los casos, se tiene hoy día en las audiciones. 

Llegado el final del primer acto, momento en el cual, Julio César ha acudido a palacio para hablar con Ptolomeo que lo invita a recorrer las diferentes estancias del palacio con su séquito. César, desconfiado e inseguro, va cantando para sí:


«Escondido y en silencio

va el astuto cazador

cuando ha olido ya su presa.

Quien al mal está dispuesto

no desea que se vea

el engaño que ha tejido.»

«Va tacito e nascosto,

quand'avido è di preda,

l'astuto cacciator.

E chi è mal far disposto,

non brama che si veda

l'inganno del suo cor.»




Una metáfora que compara a Ptolomeo con un cazador astuto y Händel lo representa componiendo un “aria de caccia”, un aria que evoca el mundo sonoro de las canciones de cacería: para ello coloca las trompas, instrumentos de cacería por excelencia, como un instrumento “obligatio”  para dialogar con el cantante y genera ese ritmo de la cacería; por otro lado, hay una rítmica de base insistente

“chan/chan/chan/chan”

que dibuja la figura del “ pasus” de ese cazador “dando pasos” que lo acercan a su presa.

Era bastante frecuente el poner, en un aria, al cantante con un instrumento concreto; sucede con las trompas, con las trompetas y es una marca de virtuosismo porque el cantante, en ese momento, intenta comportarse como el instrumento, haciendo una imitación de su sonoridad y de sus agilidades, otro de esos juegos virtuosísticos del “bel canto”.

 Al final  de este primer acto se encuentra uno de los momentos más conmovedores de la ópera: el momento en el que Cornelia y Sexto, viuda e hijo de Pompeyo, han sido apresados por Aquiles y han de separarse


«Para el llanto nací

y siempre lloraré

la pérdida de mi consuelo.

Si nos ha traicionado el destino,

ya no cabe esperar

días alegres y serenos.»

«Son nata/o a lagrimar

e il dolce mio conforto,

ah, sempre piangerò.

Se il fato ci tradì,

sereno e lieto dì

mai più sperar potrò.»



Este dúo de dolor es una de las páginas más conmovedoras del barroco, sin lugar a dudas, que comienza con una primera frase basada en patrones melódicos con tendencia descendente.  Es sabido que esto, generalmente, está asociado al dolor, el lamento; esas frases con tendencia descendente las anuncia Cornelia y las sigue Sexto.

Este blog lamenta privarlos de la escucha completa del aria pero es un momento perfecto para explicar los recursos retóricos, muy propios del barroco, que van a aparecer en la segunda frase musical:

Por un lado, el “suspiratio”, dos sonidos que emulan el suspiro.

Del otro, la “gradatio” o intensificación expresiva por gradas, se aprecia cómo va subiendo esa gradatio.

“a semper” “a semper” ”a semper”

cada vez más intensificados expresivamente.

Todo ello conforma un momento de inspiración insuperable.

Nos encontramos en el interior del palacio de Cleopatra que, fingiéndose Lidia, pretende realizar una exhibición teatral, una alegoría en la que encarna a la Virtud, ante el César llevándolo ante el monte Parnaso, sede de Apolo y de las musas.  Para “dibujarnos” todo esto, Händel recurre a una instrumentalización muy típica de los “intermezzi fiorentinos”, de esas piezas teatrales y musicales de inicios del siglo XVII en las que intentaba evocarse el pasado grecolatino.  César queda maravillado mientras Cleopatra, desde sus aposentos canta lo siguiente:


«Os adoro, pupilas,

saetas de amor,

vuestros rayos

son gratos a mi pecho.

Piadosas os quiere

mi triste corazón

que os pide, constante,

su amado bien.»

«V'adoro, pupille,

saette d'amore,

le vostre faville

son grate nel sen.

Pietose vi brama

il mesto mio core,

ch'ogn'ora vi chiama

l'amato suo ben.»



Obsérvese que ya no hay en este canto lugar para los adornos, brillos ni ornamentaciones sino que ahora se muestra un canto limpio, liberado de cualquier exceso o adorno ya que se remite a ese ideal de belleza griega.

Y, dentro de ese ideal de belleza griega, está algo clave en la escena, la idea de “contemplacion” de una Arcadia, de una naturaleza ideal y perdida para los mortales, a la que César puede acceder y a la que Händel da el ritmo de “zarabanda”, la más solemne de todas las danzas barrocas.  El estilo elevado y refinado para el canto femenino alcanza la idealización máxima.

Esto nos lleva a la segunda parte del aria, en la sección central:


«Piadosas os quiere

mi triste corazón

que os pide, constante,

su amado bien.»

«Pietose vi brama

il mesto mio core,

ch'ogn'ora vi chiama

l'amato suo ben.»


y allí ya se encuentran el término piadosa, triste, un corazón que pide, automáticamente, la música se oscurece, modula al modo menor y la melodía se “ondula” para referirse al “triste corazón”.



Nótese que César está tan obnubilado que Händel, rompiendo las covenciones, intercala este recitativo en medio del aria:


«No tiene Júpiter en el cielo

melodía semejante a ese canto.»

«Non ha in cielo il Tonante

melodia che pareggi un sì bel canto.»



Tras lo cual, puede oírse a Cleopatra continuando con:

«Vuela, corazón mío, al dulce encanto...»

«Vola, mio cor, al dolce incanto...»



Y, acto seguido, emparejada con este aria, encontramos la respuesta del hechizado Julio César, sabe que Cleopatra lo espera en su estancia e, inspirado por este entorno natural, y por una imagen precedente de la naturaleza, se aproxima a ella:


«Si en un florido prado los pájaros

se esconden entre flores y maleza,

se hace más grato su canto.

Así la encantadora Lidia

eleva igual sus notas,

y más graciosa aún

prende los corazones.»

«Se in fiorito ameno prato

l'augellin tra fiori e fronde si nasconde,

fa più grato il suo cantar.

Se così Lidia vezzosa

spiega ancor notti canore, più graziosa

fa ogni core innamorar»



En clara referencia el hecho de que Cleopatra se está escondiendo con su canto para que César la encuentre.

Händel lleva a cabo esta evocación de la naturaleza introduciendo en el aria de César un instrumento “obligato” que, en este caso, es el violín que va a simbolizar al “pájaro que se esconde” y ese pájaro/violín dialoga con César guiándolo hasta donde se encuentra Cleopatra.

Sexto, que ha logrado huir del calabozo, se reúne con su desesperada madre que está asustada ante las amenazas de Aquiles al sentirse rechazado; al oírlo, Sexto planea la venganza:


«La serpiente no descansa

si antes no expulsa el veneno

en la sangre de su verdugo.

De igual modo, mi alma no osará

mostrarse grande y orgullosa

si no arranca aquel avieso corazón.»

«L'angue offeso mai riposa,

se il veleno pria non spande

dentro il sangue all'offensor.

Così l'alma mia non osa

di mostrarsi altera e grande,

se non svelle l'empio cor.»

 

Actitud obsesiva que se escuchará en la orquesta que realiza motivos que tienen tendencia a volver sobre sí mismos, dando una sensación de recurrencia, algo muy verosímil en una persona obsesionada con la venganza como Sexto.



Atención también a la tendencia ondulante y de ciertas palabras como sangre, el recurrir al fluir de la imagen de la sangre y de la propia serpiente de la que habla el texto.

Cleopatra, sola en sus aposentos, espera a César y decide fingirse dormida para escuchar lo que piensa César de ella.

Avisan en ese momento a César de la conjura que se trama contra él y éste decide marcharse a pesar de haber Cleopatra desvelado su identidad.



«Con armas brillantes

mi alma guerrera

venganza tendrá.

Que nunca desarme

el brazo guerrero

quien fuerza le da.»

«Al lampo dell'armi

quest'alma guerriera

vendetta farà.

Non fia che disarmi

la destra guerriera

che forza le dà.»


Un “aria di bravura” donde se muestra un César valeroso, aria que produce una sensación en nuestro interior, nos acelera el pulso y provoca una alta activación.  En el lado opuesto de este aria, se encuentra el recitativo que entona, al enterarse de la marcha de César, Cleopatra y al saberlo en peligro:



«¿Qué oigo? ¡Oh, Dios!

¡Muera también Cleopatra!

Alma vil, ¿qué dices? ¡Cállate!

Tendré, para vengarme en la batalla,

al igual que Belona, un corazón de Marte.

¡Dioses, que gobernáis los cielos,

defended a mi amado,

consuelo y esperanza de mi pecho!

Si piedad de mí no sientes,

justo cielo, moriré.

Haz que amainen mis tormentos

o yo el alma entregaré.»

«Che sento? Oh dio!

Morrà Cleopatra ancora.

Anima vil, che parli mai? Deh taci!

Avrò, per vendicarmi, in bellicosa parte,

di Bellona in sembianza un cor di Marte.

Intanto, oh Numi, voi che il ciel reggete,

difendete il mio bene!

Ch'egli è del seno mio conforto e speme.

Se pietà di me non senti,

giusto ciel, io morirò.

Tu da pace a' miei tormenti,

o quest'alma spirerò»


Una desolación que va a dar paso a la indignación y a una Cleopatra que no conocíamos, vemos cómo su personaje se está transformando

 

«Alma vil, ¿qué dices? ¡Cállate!

Tendré, para vengarme en la batalla,

al igual que Belona,

un corazón de Marte»

«Anima vil, che parli mai? Deh taci!

Avrò, per vendicarmi,

in bellicosa parte,

di Bellona in sembianza un cor di Marte»



pero llega la plegaria


«¡Dioses, que gobernáis los cielos,

defended a mi amado,

consuelo y esperanza de mi pecho!»

«Intanto, oh Numi, voi che il ciel reggete,

difendete il mio bene!

Ch'egli è del seno mio conforto e speme.»



hasta alcanzar el “aria patética”:


«Si piedad de mí no sientes,

justo cielo, moriré.

Haz que amainen mis tormentos

o yo el alma entregaré.»

«Se pietà di me non senti,

giusto ciel, io morirò.

Tu da pace a' miei tormenti,

o quest'alma spirerò.»                                      



¿Dónde ha quedado aquella Cleopatra caprichosa que cantaba con esos adornos?  Ésta es otra Cleopatra, una mujer que sufre de verdad.  Händel ha conseguido una bellísima transformación del personaje y un ejemplo paradigmático de lo que es un “aria patética” (“tempo lento”, recursos melódicos muy expresivos como patrones melódicos descendentes, saltos de gran expresividad, ese desplazamiento de las notas de dos en dos, emulando los suspiros...)

Ésta es una ópera sustentada en las emociones y esto es extensible en general a la ópera seria; son óperas hechas con dos objetivos primordiales:

El lucimiento de los cantantes.

La definición de lo que sienten, en términos emocionales, en las  arias.  Cada aria de la ópera condensa una emoción, están compuestas de tal manera que su lenguaje afectivo sea muy directo para el espectador.

Llega ahora el momento de la venganza para Sexto, con este “aria di vendetta”


«La justicia ha puesto ya en el arco

la flecha pronta a la venganza

para castigar a un traidor.

¡Cuanto más tarde la saeta,

más cruel será la pena

que espera al infame corazón!»

«La giustizia ha già sull'arco

pronto strale alla vendetta,

per punire un traditor.

Quanto è tarda la saetta,

tanto più crudele aspetta

la sua pena un empio cor.»



Continúa Cornelia, su madre, con “aria cantabile”, aria de tempo lento en modo mayor con un tono melódico ondulado y una rítmica suave:

 

«Ya nada tiene que temer

esta alma vengada;

ahora que será feliz

comienzo a respirar.

Quiero que en goce

se transforme mi tormento,

pues son vanos los lamentos

si me da el cielo esperanza.»

«Non ha più che temere

quest'alma vendicata,

or sì sarà beata,

comincio a respirar.

Or vo' tutto in godere

si cangi il mio tormento,

ch'è vano ogni lamento,

se il ciel mi fa sperar.»



Llegamos así al último acto con el fragor de la batalla entre los ejércitos de Ptolomeo y Cleopatra que suena así:



La expresión de la batalla, música muy rápida e incisiva, con una base de cuerda frotada que insiste sobre un mismo motivo rítmico y melódico.  Se trata de una creación que ideó Monteverdi, padre de la ópera, y que definía como “stile concitato”, cien años antes de la composición de esta obra y que, desde entonces, ha quedado como marca de expresión bélica.

Si se presta atención, se puede observar que es una expresión bélica, sí, pero alegre, está en modo mayor; esto es debido a que, en esta época “la batalla es sinónimo de heroísmo, conquista y honor”.

Canta ahora un Ptolomeo vencedor que ha apresado a su hermana:

 

«Domaré tu orgullo

que mi trono aborrece y desprecia,

y humillada te he de ver.

Tú, cual Ícaro rebelde,

deseas subir a las estrellas,

mas yo te cortaré las alas.»

«Domerò la tua fierezza

ch'il mio trono aborre e sprezza,

e umiliata ti vedrò.

Tu qual Icaro ribelle

sormontar brami le stelle,

ma quell'ali io ti tarperò.»


El motivo con el que se inicia este aria está compuesto por cuatro notas iguales, muy imperativas rítmicamente

Chan-chan, Chan-chan, 

Chan-chan, Chan-chan”

que realizan dos descensos consecutivos, esto es como un gesto musical que se inclina, se doblega, que es lo que Ptolomeo amenaza con hacer a su hermana.  Ese gesto es la base de todo el aria y va a multiplicar sus descensos en la orquesta.



Cleopatra, encarcelada y humillada por su hermano, canta un aria que es uno de los momentos cumbre de la belleza de esta ópera y que se “comporta” de un modo particular ya que comienza como un “aria patética” reflejando una gran tristeza, como se puede apreciar en la letra

 

«Lloraré mi suerte

tan cruel y tan dura,

mientras tenga vida y aliento.»

«Piangerò la sorte mia,

sì crudele e tanto ria,

finché vita in petto avrò.»


Expresa mucha tristeza pero, al mismo tiempo, desde el punto de vista tonal, está en una tonalidad mayor, induciendo a pensar que ese tono aporta aceptación, está triste pero resignada y, sin embargo, la segunda sección del aria da un cambio rotundo (esto es una innovación de Händel) porque compone una sección central que rompe con todos los rasgos de este “aria patética” y se transforma en un “aria di vendetta” con una fuerza inusitada


«Pero, muerta, mi espectro

rondará por todas partes

aterrorizando al tirano noche y día

«Ma poi morta d'ogn'intorno

il tiranno  e notte  e giorno

fatta spettro agiterò.»


Se escuchará primero la sensibilidad desde la que canta esa aceptación del destino y, en la sección contrastante, la sorpresa que nos genera esa “terribilità” con la que canta.



Tras este sublime lamento, César, que regresa sano y salvo, canta su tormento:

 

«Del peligro de las olas

en la orilla me pone a salvo

mi destino propicio.

¡La celestial Parca

aún no ha cortado el tallo de mi vida!

¿Adónde iré? ¿Quién me ayudará?

Solo en estas yermas arenas,

¿ha de errar el rey del mundo?»                

«Dall'ondoso periglio

salvo mi porta al lido

il mio propizio fato.

Qui la celeste Parca

non tronca ancor lo stame alla mia vita!

Ma dove andrò? e chi mi porge aita?

Solo in queste erme arene

al monarca del mondo errar conviene?»



A continuación, invoca a las auras, los suaves vientos, pidiéndoles clemencia y consejo. Préstese atención a la manera tan bella en la que Händel recrea esas auras representadas en música con una curva ondulada que puede escucharse en el contorno ondulado que hace la cuerda constantemente como acompañamiento de la voz.



¡Ay, auras, por piedad,

dad aliento a mi pecho,

para confortar

mi tormento y dolor!

Decidme dónde está y qué hace

el ídolo de mi alma,

amado y dulce bien de mi corazón.

Por todas partes veo,

sembradas de armas y muertos,

las infortunadas arenas:

señal de infausto presagio será.»

 

Aure, deh, per pietà

spirate al petto mio,

per dar conforto, oh dio!

al mio dolor.

Dite, dov'è, che fa

l'idol del mio sen,

l'amato  e dolce ben di questo cor.

Ma d'ogni intorno i' veggio

sparse d'arme e d'estinti

l'infortunate arene,

segno d’infausto annunzio al fin sarà»

 

Mientras tanto, Cleopatra, ya en su palacio, ignorante de la vuelta de César, habla con sus doncellas en un “recitativo accompagnato” muy melodioso.  Nótese la melodía que introduce el “arioso” que es un oboe, un instrumento que llora como el alma humana, de ahí que muchos compositores del barroco lo utilicen para el lamento, Händel o Bach, entre ellos.

 

«Lloráis en vano, vosotras que antaño

fuisteis mis doncellas, ya no sois mías.

El bárbaro hermano

que me privó del reino,

os aparta de mí

y me arrebatará la vida.»

«Voi che mie fide

ancelle un tempo foste,

or lagrimate invan, più mie non siete.

Il barbaro germano

che mi privò del regno,

a me vi toglie, e a me torrà la vita.»



Cleopatra se apresta para morir, mientras se oye al fondo un estrépito de armas; en este patético momento, la orquesta marca un “passus”,  especie de figura que simboliza los pasos que ella está dando hacia una muerte inexorable...


«¿Qué es ese estrépito de armas?

¡Ah, sí, habéis dejado de ser mías!

Ahora veréis cómo expira Cleopatra.»

«Ma qual strepito d'armi?

Ah sì! più mie non siete,

spirar l'alma Cleopatra or or vedrete.»



Pero, cuando Cleopatra se encuentra ante lamuerte, llega César a liberarla y, con él, le felicidad.

Recuérdese que, en toda ópera seria, hay un doble final feliz:

El público: el orden restaurado, cleopatra gobernadora de Egipto.

El privado: Pompeyo vengado, el amor culminado que se canta en un dúo final, con una introducción lenta, en la que los dos personajes dialogan, se miran y conversan:


CLEOPATRA, CÉSAR

«¡Amado mío

¡Bella Cleopatra!»

CLEOPATRA, CESARE

«Caro!

Bella Cleopatra!»


y se inicia el dúo con una rítmica siciliana, una danza rápida, ternaria asociada a situaciones festivas y populares, no es una danza aristocrática ni mucho menos; pareciera que Händel quisiera retratar este dúo de amor en un contexto muy propio de las idealizaciones naturales renacentistas.

Cuando los dúos discurren de una manera paralela, cantando una voz sobre la otra de una menera simultáneamente quiere indicar que la fusión entre los personajes es completa, que hay un acuerdo emocional absoluto.  Este dúo, especialmente, es un dúo muy acorde al “canon” de los dúos de aquella época: habla uno, responde el otro y comienza el dúo.


«Vuelva de nuevo a nuestros corazones

el goce de la vida y el placer.

Librados nuestros pechos del dolor,

que cada cual vuelva a gozar.»

«Ritorni omai nel nostro core

la bella gioia ed il piacer;

sgombrato è il sen d'ogni dolor,

ciascun ritorni ora a goder.»


Con este coro cantando a los placeres de la vida y a la ausencia del dolor, termina la ópera “Giulio Cesare in Egitto”

Como ya se ha dicho, era propio del Antiguo Régimen que estas óperas representan o se refieren al soberano que las encarga o las financia y, en este sentido, se ha visto la transformación, o cambio, a lo largo de la ópera, de todos los personajes menos César que ha permanecido incólume, ha sido siempre justo, sabio y valiente y sólo ha tenido debilidades para amar y de una manera muy noble y muy fiel.  Es una imagen construida de ese gobernador ideal que debía representar un retrato del financiador (en este caso, del rey Jorge I de Inglaterra).

Todo esto cambiará pronto, el primer paso para la ópera bufa dentro del contexto de la ópera en Inglaterra, llegará a finales de los años veinte y hará decaer, poco a poco, la demanda de óperas serias.  Se fragua en esos años una transformación radical en Europa que despuntará unos años más tarde con la Revolución Francesa y este canon de ópera tan severo, tan aristocrático, tan representante de ese Antiguo Régimen está destinado a morir.

Pero, ésa es otra historia y, para conocerla, tendrán que esperar al próximo post de este blog.



Este blog lamenta enormemente no haber encontrado una representación de esta ópera con una puesta en escena correspondiente a la época en la que se desarrolla y en la que los personajes conservasen las voces adjudicadas por el compositor.